Hace unos años traje una reflexión sobre los cursos express de enseñanza de idiomas que apodé como fast educación en el que abordaba el falso principio del proceso de enseñanza-aprendizaje. Como todo gira en torno a producir títulos sin conocimiento y a engullir y vomitar los conceptos incorporados mecánicamente.
Hoy traemos un nuevo concepto fast fashion con el objetivo de tomar conciencia y crear un cambio de hábitos. El concepto de moda rápida surge con la comercialización de enormes volúmenes de productos que los consumidores pueden adquirir a precios asequibles. Llevamos unos años instalados en una dinámica, en el campo de la moda o de vestir, que afecta al medioambiente aparte de a nuestros bolsillos. Una forma de consumo en la que las prendas y tendencias cambian a la misma velocidad a la que cambian los gustos de los consumidores y viceversa. Se une la necesidad de la innovación en el mundo de la moda a la tendencia del consumidor de comprar y desechar compulsivamente. No hay que pasar por alto el factor social, que tiene un peso notorio en la maquinaria de la ropa. El pensamiento instaurado en el colectivo social es: "Nadie quiere ser visto o fotografiado con las mismas prendas".
El impacto ecológico de esta industria es terrible. Producir una camisa de algodón consume 2.700 litros de agua, y la industria textil genera el 20% de la contaminación industrial del agua. Nos damos cuenta del alto consumo de recursos naturales, la utilización de productos químicos y la generación de vertidos y emisiones que causa. Se encuentra entre las más contaminantes del mundo y se ha vuelto increíblemente derrochadora y perjudicial para el medioambiente.
Extraído de Bona, C. (2023). Educación sostenible. Barcelona: Plaza Janés.
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