jueves, 25 de febrero de 2021

¿Qué puede aprender un educador de las teorías de Spearman, Sternberg y Gardner?

El término inteligencia se ha definido de muchas formas a lo largo de la historia y realmente sigue sin haber una sola definición válida.

La teoría bifactorial de Spearman, existen dos factores de la inteligencia: el factor G o inteligencia general y el factor S o inteligencia específica. Mientras el factor G se refiere a la capacidad para resolver problemas y situaciones de forma general, el factor S hace referencia a la resolución de problemas y situaciones en áreas y campos determinados. Por ejemplo, una persona que tiene una gran destreza tocando el piano, tendrá un excelente factor S en él área musical de este instrumento, pero eso no implica que cuente con un factor S desarrollado tocando la guitarra o en otros campos diferentes como, por ejemplo, las matemáticas.

La teoría de la inteligencia triárquica de Sternberg, en la década de 1980, Robert Sternberg propuso que la inteligencia total era la suma de tres tipos de inteligencia: la inteligencia analítica, que nos permite razonar y realizar las actividades escolares típicas; la inteligencia práctica, que nos permite trasladar nuestros conocimientos y experiencias de forma práctica al mundo real; y la inteligencia creativa, que nos permite crear ideas y productos nuevos.

La teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, es una de las teorías de la inteligencia más tenidas en cuenta en el ámbito educativo actual. Howard Gardner la propuso en el año 1983 y a lo largo de los años fue cobrando tal importancia. Las inteligencias múltiples son una forma de entender la inteligencia como un conjunto de inteligencias y no como una única, algo similar a las teorías de Spearman y de Sternberg, pero que va mucho más allá. En concreto, Howard Gardner estableció inicialmente en su teoría siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, visoespacial, corporal-kinestésica, musical, intrapersonal e interpersonal. Más adelante añadió la inteligencia naturalista y, a día de hoy, se están considerando nuevos tipos de inteligencia como la existencial, la pedagógica o la creativa. Si nos fijamos, podemos encontrar en estos tipos de inteligencias múltiples las materias habituales de los sistemas de educación pública: inteligencia lingüística en Lengua y Literatura, inteligencia lógicomatemática en Matemáticas, inteligencia visoespacial en Plástica, inteligencia musical en Música, inteligencia naturalista en Ciencias Naturales, etc. Lo que nos dice la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner es que una persona puede ser inteligente en un área y no serlo en otras diferentes. Se te puede dar muy bien escribir y se te puede dar muy mal resolver problemas de matemáticas.

Esta teoría, así como las de Spearman y Sternberg, nos ayudan a corregir la interpretación única de la inteligencia medible con un test de CI y abren un camino con posibilidades de aplicación en el ámbito educativo.

¿Qué puede aprender un educador de las teorías de Spearman, Sternberg y Gardner?

  1. Toda persona es inteligente en algo. Un educador que dice o sugiere a un alumno que no es inteligente por no haber sabido resolver un problema de un área determinada solo consigue crear frustración en él e instaurar en su memoria una creencia limitante de que no podrá ser bueno en nada.

  2. La labor del educador, además de transmitir conocimientos y enseñar destrezas acerca de su materia, consiste en identificar en qué tipo de inteligencia destaca cada uno de sus alumnos y aprovechar esos puntos fuertes para contrarrestar los débiles.

  3. Si uno de nuestros alumnos no se defiende bien en un tipo de tarea determinado (por ejemplo, las lingüísticas), debemos exigir en él un mayor desarrollo de dicha habilidad para que alcance resultados positivos. Recordemos que el cerebro se adapta a las exigencias del entorno. Lo que no debe hacer un educador es tachar a un alumno de incompetente y actuar con él como si lo fuese. No debemos olvidar en ningún momento que hay personas que necesitan un mayor entrenamiento que otras en determinadas áreas.

martes, 23 de febrero de 2021

¿Qué es la neurociencia y cómo puede contribuir a la educación?

La neurociencia enfoca el estudio del sistema nervioso a sus funciones y a sus implementaciones prácticas dentro de la vida. La neurociencia aplicada a la educación ha recibido diversos nombres, entre los que destacan neuroeducación o neuropsicoeducación. El objetivo es el mismo: aplicar a la educación los descubrimientos sobre el funcionamiento del sistema nervioso y, en especial, del cerebro humano, con el objetivo de mejorar la calidad de la educación y los objetivos, tanto para educadores como para alumnos.

Ahora bien, la edad también condiciona el funcionamiento del cerebro.

Infancia (6-12 años) el cerebro de los niños es mucho mas maleable y plástico que el de los adultos. En estas edades es cuando se pueden establecer redes neuronales determinantes para próximas etapas. Debemos presentarles la información de forma amena, entretenida y motivadora.

Adolescencia (13-19 años) los adolescentes necesitan sentirse apoyados y motivados en todo momento, ya que en este periodo crítico las emociones dolosas pueden obligarles a tomar decisiones tan importantes como abandonar los estudios.

Juventud (20-30 años) se terminan de forjar las capacidades de gestión emocional, de influencia del entorno, de capacidad de planificación académica y profesional, de construcción de valores morales que van a regir el resto de la vida y muchos otros procesos mentales importantes. Es una etapa en la que los alumnos pueden utilizar con mayor éxito su creatividad y su automotivación.

Uno de los primeros conceptos con los que debemos familiarizarnos como educadores es el concepto de plasticidad neuronal o neuroplasticidad. La poda neuronal contribuye a que podamos desarrollar más nuestras habilidades, ya que elimina neuronas que no se están utilizando y que interfieren de alguna manera en el funcionamiento de las que sí se utilizan. Cualquier conocimiento que guardemos en los bancos de memoria se encuentra almacenado en una red neuronal, que no es más que un grupo de neuronas unidas mediante sinapsis.

Esta capacidad de las neuronas de formar redes neuronales y de deshacerlas para formar otras nuevas es lo que se conoce como plasticidad neuronal. Conocer este funcionamiento en la educación tiene una utilidad crucial, ya que nos permite comprender:

  • Cómo se activa el cerebro de nuestros alumnos en el momento del aprendizaje, ya que este funcionamiento es común a todos los seres humanos.

  • Por qué nuestros alumnos olvidan información y nos permite saber cómo podemos ayudarles a que la recuerden.

  • Que en el aprendizaje es tan importante la adquisición de nueva información como el olvido de otra que el cerebro no utiliza.

  • Que aplicando técnicas correctas podemos potenciar el recuerdo y minimizar el olvido de aquella información que deseemos.

Por otro lado, otra vertiente de la plasticidad neuronal es aquella por la que el cerebro humano se adapta al entorno. Si el entorno exige el desarrollo de cierta habilidad o de cierta parte del cerebro, la neuroplasticidad se encargará de dicho desarrollo. El hipocampo es una de las estructuras donde se pueden generar nuevas neuronas, lo que se conoce como neurogénesis. Esto no ocurre en todas las partes del cerebro. Además, debemos destacar que las neuronas encargadas de la habilidad desentrenada pasarán a encargarse de la habilidad entrenada, siempre y cuando ambas regiones cerebrales se encuentren próximas entre sí.

En términos educativos, todo esto implica que aquello que exijamos a los alumnos provocará una mayor densidad sináptica en determinados lugares de su cerebro:

Si ejercitamos su resolución creativa de problemas, su cerebro irá añadiendo redes neuronales que se encarguen de la resolución creativa de problemas, lo que provocará que cada vez sean mejores en la resolución creativa de problemas.

En el lado contrario, si les obligamos a realizar un estudio rígido y poco flexible, su cerebro se volverá cada vez más rígido y menos flexible, y le resultará cada vez más difícil utilizar el pensamiento creativo.

Por este motivo, los educadores no solo tienen un deber profesional con los alumnos, sino también una responsabilidad moral, dado que influye directamente en cómo serán los cerebros de sus alumnos en el futuro. Si las redes neuronales que crean durante su aprendizaje con nosotros son fuertes, serán más difíciles de olvidar para ellos, tanto para lo bueno como para lo malo.

jueves, 18 de febrero de 2021

Pedagogía venenosa

En sociología y psicología , la pedagogía venenosa , también llamada pedagogía negra es cualquier método tradicional de crianza de niños que la pedagogía moderna considera represivo y dañino. Incluye comportamientos y comunicación que los teóricos consideran manipuladores o violentos, como el castigo corporal.

El concepto fue introducido por primera vez por Katharina Rutschky en su trabajo de 1977. La psicóloga Alice Miller usó el concepto para describir enfoques de crianza que, en su opinión, dañan el desarrollo emocional de un niño. Miller afirma que este supuesto daño emocional promueve un comportamiento adulto perjudicial para las personas. Explica cómo la pedagogía venenosa en nombre de la "crianza de los hijos" conduce a disfunciones y neurosis de todo tipo. Por ejemplo, en su libro For Your Own Good, habló sobre su impacto común en tres vidas distintas: Adolf Hitler, Jürgen Bartsch y Christiane F. , mientras que en The Body Never Lies, habla sobre el impacto del trauma infantil y las emociones reprimidas en el ser humano.

Estas teóricas describen la "pedagogía venenosa" como lo que sucede cuando un padre, maestro, enfermero u otro cuidador cree que el comportamiento de un niño pequeño demuestra que el niño está infectado con las "semillas del mal" y, por lo tanto, intenta eliminar la maldad. Sacar el mal, ya sea por manipulación emocional o por fuerza bruta. Ejemplos sencillos incluyen la paliza a los niños como castigo por mentir, o las madres que se niegan a alimentar a su recién nacido hasta un tiempo determinado, para "enseñarle la paciencia, que le será útil en la vida posterior".

La pedagogía venenosa, en la definición de Katharina Rutschky, tiene como objetivo inculcar un súper-yo social en el niño, construir una defensa básica contra los impulsos en la psique del niño, endurecer al niño para la vida posterior e instrumentalizar las partes del cuerpo y los sentidos en favor de la socialización. Aunque no explícitamente, la "pedagogía venenosa" sirve como una racionalización del sadismo y una defensa contra los sentimientos del propio padre o de la persona involucrada.

Para los métodos, afirma Rutschky, la "pedagogía venenosa" hace uso de ritos de iniciación (por ejemplo, internalizar una amenaza de muerte), la aplicación del dolor (incluido el psicológico), la supervisión totalitaria del niño (control corporal, comportamiento, obediencia, prohibición de mentir, etc.), los tabúes contra el contacto físico, la negación de las necesidades básicas y un deseo extremo de orden.

Los poetas romanos Plauto, Horacio, Martial y Juvenal describieron los castigos corporales en las escuelas. También está escrito en la Biblia, Proverbios 13:24. " El que perdona su vara aborrece a su hijo; pero el que lo ama, lo castiga pronto". El castigo corporal estaba muy extendido en todas estas civilizaciones. La expresión "perdona la vara y despoja al niño" se deriva de la Biblia, Proverbios, 13:24, y fue adaptada por Samuel Butler en el poema satírico Hudibras.

En el siglo XVIII, las nociones comunes de la naturaleza maligna de los niños o de la domesticación dan testimonio de supersticiones y del deseo de poder educar a los seres humanos como animales. Un libro alemán sobre la crianza de los niños del siglo XVIII decía: "Estos primeros años tienen, entre otras cosas, la ventaja de que se puede usar la fuerza y la compulsión. Con la edad, los niños olvidan todo lo que encontraron en su primera infancia. Por lo tanto, si se puede quitar la voluntad de los niños, no recordarán después que habían tenido un testamento". En Alemania, el derecho de los padres a la disciplina fue abolido por un cambio en la ley en 2000. La Ministra Federal de Asuntos de la Familia de 1994 a 1998, Claudia Nolte, había querido mantener el derecho de los padres a usar azotes suaves, contrariamente a la opinión de Alice Miller en su libro de 1980 For Your Own Good. Miller ha escrito: "Entiendo que la 'pedagogía negra' es un enfoque de crianza dirigido a quebrantar la voluntad del niño, con el fin de convertirlo en un sujeto obediente, con la ayuda del uso abierto u oculto de la fuerza, la manipulación y represión".

Un criterio relevante para definir la pedagogía venenosa es si un enfoque manipulador revela problemas de comportamiento en los padres, como ceguera a los sentimientos, crueldad o tendencia a la violencia, o si se están descargando emociones negativas fuertes como la ira o el odio, emociones contra las cuales la psique juvenil o infantil, con sus limitaciones basadas en la edad, no puede defenderse. Miller también llegó a la conclusión, como resultado de su trabajo terapéutico, que necesitaba "trabajar en" su propia infancia para comprender mejor a sus clientes. Opina que la "pedagogía venenosa" es un comportamiento que se transmite de generación en generación al ser eufemizado y desinfectado.

Alice Miller define la pedagogía venenosa como todo tipo de comportamiento que, en su opinión, tiene la intención de manipular los personajes de los niños mediante la fuerza o el engaño. Su atención no se centra únicamente en los golpes (aunque ha dicho que "cada golpe es una humillación" y se opone claramente al castigo corporal), sino también en otras formas de manipulación, engaño, hipocresía y coacción, que, según ella, son comúnmente utilizadas por los padres y maestros contra los niños.

El profesor de sociología Frank Furedi cree que tales declaraciones son demasiado amplias y están desconectadas de la realidad. Furedi califica a muchos defensores de la prohibición total del castigo físico como contrarios a todas las formas de castigar a los niños. Él ve lo como una cruzada contra los padres, y argumenta que algunas investigaciones sobre los efectos de los azotes son mucho menos claras que las afirmaciones hechas en su nombre por lo que él llama "fanáticos anti-azotes".

El psicólogo social David Smail sostiene que la sociedad tiene una gran parte de la responsabilidad por el comportamiento disfuncional de los individuos, pero hasta ahora no ha abordado esto de una manera significativa.

El psicólogo del desarrollo James W. Prescott, en la década de 1970, llevó a cabo una investigación sobre el vínculo madre-hijo de los primates y observó un vínculo entre la interrupción del proceso de vinculación madre-hijo y la aparición de la violencia y el comportamiento basado en el miedo en los primates jóvenes. Sugiere que la misma dinámica funciona para los seres humanos, a través de la ruptura de la empatía.

En 1975, Prescott describió un vínculo entre la violencia y la interrupción del proceso de vinculación entre el niño y la madre en las sociedades humanas, basándose en un estudio transcultural de las sociedades aborígenes y un análisis estadístico de las prácticas de esas culturas hacia la crianza del niño-madre natural. Concluyó que el proceso de vinculación niño-madre interrumpido era un predictor absoluto del surgimiento de la violencia, la jerarquía, los roles de género rígidos, una psicología dominante y la adquisición territorial violenta. Intervenir y alterar la sexualidad natural de los adolescentes también formaba parte del panorama general. Este descubrimiento no se esperaba. 

Prescott afirma que la investigación mostró que con el tiempo, las prácticas disruptivas se convierten en la 'norma' y, a medida que las generaciones crecen y transmiten estas prácticas, la sociedad en cuestión comienza a demostrar una clara falta de empatía y la violencia se codifica. La mayoría de las sociedades eran pacíficas y la incidencia de sociedades extremadamente violentas era baja. La historia de la pedagogía venenosa, en su opinión, es la historia de esta codificación de estas prácticas no nutritivas. Sobre ellos se encuentra la práctica transmitida actual. Investigaciones recientes de las sociedades aborígenes vivas y una revisión del registro histórico de los datos del primer contacto y otras observaciones registradas durante los últimos 400 años han demostrado que la mayoría de las culturas aborígenes no castigan a los niños. Los datos muestran que los niños son tratados con mucho más respeto, confianza y empatía de lo que se creía anteriormente.

Una pedagogía venenosa es una pedagogía tóxica. Cuando los niños no quieren aprender y están desmotivados es cuando aparece la pedagogía tóxica. Muchas veces no tiene que ver con profesionales sin vocación, a veces puede ser que el sistema no permita que un profesional pueda experimentar todas sus metodologías por falta de tiempo o por falta de recursos. Vivimos en una sociedad competitiva, donde los resultados son lo único que importa, envenenando así el talento innato de los chicos y chicas.

En la actualidad y debido a esto, empiezan a surgir para luchar contra la pedagogía tradicional un montón de pedagogías ‘modernas’ que quieren ser aplicadas tanto en el hogar de las personas como en las instituciones educativas. Y es que no podemos dejar de lado que, la pedagogía no es algo exclusivo de las instituciones escolares, en el hogar también se aprende (tal vez donde más se aprende). Pero las pedagogías ‘modernas’, esas que tanto se ven por todos sitios en la actualidad tampoco son la solución para poder luchar contra una pedagogía venenosa y tóxica que no motiva a los alumnos.

Existen algunos conceptos y pensamientos sobre la pedagogía que deben erradicarse porque es lo que hace que se vuelva venenosa, que los chicos y chicas pierdan la motivación, y lo que es peor, que piensen que realmente no es importante aprender. Como por ejemplo: el deber produce amor, el odio se elimina prohibiéndolo, los padres y adultos merecen respeto simplemente porque son padres o adultos, los niños no merecen respeto simplemente porque son niños, la obediencia es beneficiosa, ser muy sensible es perjudicial, los niños no lloran, la forma en que se comportan es más importante que la forma en que realmente son, el cuerpo es algo sucio, los sentimientos más profundos deben esconderse, los padres y los adultos siempre tienen la razón, los maestros son los maestros de los alumnos, la escuela determina lo que es correcto y lo que es incorrecto, la escuela ofrece todo lo necesario para vivir en sociedad…

Cualquier pensamiento de este tipo u otros que se asemejen (y si se llevan a la práctica mucho peor), dejan clara una pedagogía tóxica y altamente venenosa para los niños y niñas en edad de desarrollo. Los estudiantes no son los sirvientes de los maestros, son los estudiantes quienes determinan lo correcto o incorrecto y ellos, son grandes maestros de sus propios maestros. El comportamiento humano se enriquece con la cooperación, el entusiasmo y la curiosidad de los niños son fuertes aliados para el aprendizaje y la cooperación.

martes, 16 de febrero de 2021

Pedagogía del cariño

Desde hace siglos ha habido una gran discusión sobre lo que mueve al ser humano a actuar correctamente en cuanto al bien y el mal. Unos dicen que es la razón la que mueve a la persona a escoger el bien. Por eso han centrado sus esfuerzos en una pedagogía que enseñe a pensar correctamente. Kohlberg ha llevado este planteamiento a la pedagogía moral, afirmando que lo importante es estimular el desarrollo del pensamiento moral a través de la discusión de dilemas. Sin embargo, él mismo se dio cuenta de que la discusión de dilemas no era suficiente para lograr una formación adecuada. Por ello planteó la Escuela Justa, en la que los miembros de la comunidad educativa discutían democrática y abiertamente las normas y sanciones de la escuela llegando a acuerdos sobre ellas. Así se lograba vincular la atmósfera de la escuela a los objetivos de formación moral y conectar las discusiones a la realidad de la vida escolar.

No obstante, muchas personas han puesto en tela de juicio que sea posible fundar la ética sobre la razón ya que esta es incapaz de proveer la motivación moral para la acción. Por lo tanto, se trata de educar en el cariño y el cuidado como bases fundamentales para obtener la motivación y la perspectiva desde la cual comprometerse por una vida humana plena. El cuidado es una cualidad de la relación entre dos personas en donde una es la que cuida y la otra es la que responde a ese cuidado. En los niños pequeños esta relación es básicamente unilateral, es decir, el adulto-educador cuida y el niño acepta y responde a ese cuidado. A medida que la persona va creciendo va lográndose una relación más recíproca hasta llegar a la relación de adultos, donde los roles del que cuida y el que es cuidado se alternan de acuerdo con las circunstancias y necesidades. Pero no será posible llegar a este nivel de adultez si no se ha tenido la experiencia de haber sido cuidado. De ahí la importancia de establecer esta relación desde la más tierna infancia.

En cuanto a la ética del cuidado como enfoque de pedagogía moral, la meta más importante de la escuela es lograr que los alumnos se sientan queridos y por tanto crezcan llegando a ser personas cariñosas, que aman y son amadas. Esta es la clave de cualquier educación exitosa. Tenemos cuatro estrategias principales:

Ser ejemplo: el educador se convierte en un testimonio de relaciones de cuidado con sus estudiantes. Este ejemplo es clave ya que ésta es una pedagogía en donde se aprende viviendo.

Diálogo: el diálogo abierto y honesto es vital para desarrollar relaciones de cuidado. Esto implica que el educador sea capaz de escuchar y responder a las necesidades y sentimientos de los estudiantes.

Confirmación: significa aceptar que los educandos están en una búsqueda sincera de sí mismos. Esto requiere que los educadores atribuyan e mejor motivo posible a las acciones de los estudiantes de acuerdo con las circunstancias. Se trata de llegar al fondo de las motivaciones. Esta estrategia implica cambiar la actual mentalidad docente que parte de una desconfianza natural hacia el estudiante y sus motivaciones.

Práctica: aprender haciendo. El cuidado se aprende cuidando. Por lo tanto hay que posibilitarles a los estudiantes oportunidades para que, en la medida de su crecimiento, puedan también aprender a cuidar de otros.

Erasmo nos decía, "me parece que se acierta mejor con la dulzura que con la violencia". O Pestalozzi cuando apuntaba: "era preciso que mis niños reconociesen, de la mañana a la tarde, y en cada instante del día, en mi frente y en mis labios, que mi corazón era para ellos". O el cartel que adornaba la entrada de su escuela "esto no es una escuela, esto es una familia". O como decía Nebrija "considerar que el niño no es una fiera a la que hay que domar, sino una obra de arte que hay que llevar a su perfección". O Jalil Gibran aportaba "no hay niños problema, hay padres-problema, sociedad-problema". No olvidemos que los niños se educan, cuando son niños, entre otras formas por modelaje, los modelos que les ofrezcamos serán los que recojamos.

jueves, 11 de febrero de 2021

La proxémica, el espacio de interacción en comunicación en el aula.

El tipo de orientación espacial denota el grado de intimidad y formalidad de la relación. Cuanto más cara a cara es la orientación, más íntima es la relación y viceversa. El grado de proximidad expresa claramente la naturaleza de cualquier interacción y varía con el contexto social. Dentro del contacto corporal, existen diferentes grados de presión y distintos puntos de contacto que pueden señalar estados emocionales como miedo, actitudes interpersonales o un deseo de intimidad.

La proxémica, es el estudio de la forma en que las personas utilizan el espacio (personal y/o social) para comunicarse. Se basa en la teoría de los campos vitales, que establece que cada uno de nosotros somos el centro de una serie de círculos concéntricos, dentro de cada uno de los cuales mantenemos un tipo de relación, dependiendo generalmente del nivel de confianza que tengamos con las personas que interaccionamos, de tal modo que no interactuamos a la misma distancia en una reunión familiar que en una reunión de trabajo o un espacio comercial.

El antropólogo Edwar T. Hall fue uno de los pioneros en el estudio de las necesidades espaciales del hombre. Como se sabe, Hall, apoyándose en el hecho de que todos los animales tienen un territorio o espacio apropiado a su estructura específica y a su modo de vida, observa que los hombres tienen igualmente un espacio apropiado, que en este caso se diversifica a causa de las variaciones de la organización cultural de cada sociedad. Por eso distinguimos en toda persona tres tipos:

Un espacio de organización fija determinado por el modo social de satisfacer necesidades materiales como comer, beber y dormir.

Un espacio de organización semifija determinado por el agrupamiento de individuos como ocurre en las salas de espera, en las terrazas de los cafés, etc.

Un espacio “informal” que comprende las distancias que vivimos inconscientemente con los demás.

Distancia íntima: es un espacio menor que un metro (desde 15 cm a 50 cm), se define por la percepción del calor, del olor y de la respiración del cuerpo de otra persona, es la distancia del acto sexual y de la lucha. Es la más importante y es la que una persona cuida como de su propiedad. Solo se permite la entrada a los que están emocionalmente muy cerca de la persona en cuestión: la pareja, los padres, los hijos, los amigos íntimos y los parientes. Hay una subzona que llega hasta unos 15 cm del cuerpo y a la que otra persona puede llegar solo mediante el contacto físico: es la zona íntima privada.

Distancia personal: es un espacio de 50 cm a 75 cm, que designa la distancia fija que separa a los individuos que no tienen contacto entre sí, es una especie de caparazón que un cuerpo crea inconscientemente para aislarse de los demás. Es la distancia que separa a las personas en una reunión social, o en la oficina y en las fiestas.

Distancia social: es un espacio de 1 a 2 metros y medio, que marca el límite del poder que ejercemos sobre los demás, es decir, el límite a partir del cual la otra persona no se siente afectada por nuestra presencia. Esta es la distancia que nos separa de los extraños: el carpintero que hace reparaciones en casa, el cartero, etc.

Distancia pública: es un espacio que va más allá de los 2 metros y medio, y que se considera impersonal. Es la que está fuera del círculo en el que el individuo se encuentra directamente afectado. Es por ejemplo la distancia que utilizamos para dirigirnos a un auditorio cuando pronunciamos un discurso.

Estos tipos de distancias constituyen el nivel cultural de la dimensión proxémica, “la dimensión oculta” de cada sociedad, varía pues, según las modalidades culturales de cada sociedad: el contacto sexual, la esfera personal o privada, la distancia de los intercambios verbales y del respeto jerárquico son diferentes en cada país. Hall cree además, que para el ser humano el espacio personal es muy importante, los investigadores se atreven a decir que las aglomeraciones influyen en nuestro comportamiento e incluso hay muchos estudios realizados en torno al comportamiento de las personas dentro de la masa.

La proximidad espacial en el aula entre el docente y los alumnos influye en la calidad y tipo de interacción que se establece entre ellos. No debemos mantenernos muy distantes del alumnado; pero tampoco invadir su espacio. En el caso del aula, además debemos tener en cuenta que no solamente afectan las distancias zonales, sino también la distribución de la misma. Habitualmente en aulas de distribución abierta, es decir, que permiten el cara a cara constante entre alumnos y educador permiten mejor comunicación, interacción y utilización del espacio.

Bien es cierto, que en ocasiones, para el docente es más insegura su comunicación en este entorno, sobre todo al principio por que las barreras físicas no existen, pero si las psicológicas, pero en el momento que estas “barreras” se superan, nos encontraremos mucho más cómodos, tanto en nuestros movimientos, como en la propia comunicación entre personas.

En cuanto a la cercanía física con el alumnado, debemos gestionarla poco a poco, cuidando no llegar a invadir sus propios espacios personales.

martes, 9 de febrero de 2021

El ejercicio físico y el estudio

Además de cuidar la alimentación y el sueño, existen otras variables como el espacio o el tiempo que debemos cuidar y vigilar en el momento del estudio para ser eficaces y eficientes. La postura es un gran ejemplo de ello. No obstante, hoy quisiera centrarme mas detalladamente en otros aspectos, ya que los anteriores mencionados son más conocidos y se tienen más presentes a la hora de estudiar.

Hoy hablaremos del ejercicio físico que también es un buen hábito que beneficia a nuestro estudio y a nuestro aprendizaje, principalmente el ejercicio aeróbico. Existen dos tipos de ejercicio físico:

Ejercicio aeróbico: es el que se basa en la resistencia y en ejercicios de duración media o larga. El cuerpo demanda oxígeno y ayuda a quemar grasa. Ejemplos: caminar a paso ligero, correr distancias largas, montar en bicicleta, bailar…

Ejercicio anaeróbico: es el que se basa en la fuerza y en ejercicios de corta duración. El cuerpo demanda glucosa y ayuda a fortalecer los músculos. Ejemplos: levantar pesas, abdominales, correr distancias cortas (100-200m) a gran velocidad…

Aunque es recomendable combinar ambos tipos de ejercicios para gozar de buena salud física, el que realmente nos interesa es el aeróbico. La demanda de oxígeno que supone, obliga al corazón a bombear más rápido y, dado que las neuronas se nutren de oxígeno y de glucosa y que ambos se encuentran en la sangre, el aporte es mucho mayor al realizar ejercicio aeróbico. Es lo que se conoce como oxigenar el cerebro. Hay incluso estudios recientes que sugieren que practicar ejercicio aeróbico unas horas después de haber estudiado ayuda a consolidar mejor en la memoria lo aprendido. De todas formas, no cualquier momento es bueno para hacer ejercicio aeróbico. Puede ser contraproducente practicarlo durante la siguiente hora de haber comido y las dos horas anteriores a dormir, ya que la excitación provocada por el ejercicio puede romper nuestros ritmos de sueño. Unos buenos momentos para practicarlo son antes de desayunar, a media mañana o a media tarde. Todo depende de la rutina de cada persona.

Por otro lado, nuestro estado emocional es también muy importante durante el tiempo de estudio. Si nos encontramos en un estado emocional contraproducente para el estudio, procuraremos primero minimizarlo a través de ejercicios de relajación o de cualquier otro tipo. Si no, el cerebro emocional estará en funcionamiento y no permitirá que se active el córtex cerebral.

jueves, 4 de febrero de 2021

Alimentación, sueño y memoria

En un artículo anterior vimos distintos alimentos que podían beneficiar la capacidad de concentración. Hoy, veremos algunos que nos ayudarán con nuestra memoria. En el anterior artículo describimos el zinc. Este mineral, además de contribuir a nuestra concentración, también beneficia a nuestra memoria.

La acetilcolina es un compuesto químico esencial para el buen funcionamiento de la memoria. Es un neurotransmisor generado en el cerebro a partir de distintos nutrientes, entre ellos:

Vitamina H: puede encontrarse en la yema del huevo. Curiosamente, la clara cruda de huevo contiene avidina, que impide la absorción de vitamina H en el intestino.

Tirosina: podemos encontrarla principalmente en alimentos de origen animal: carnes sin grasas, pescados, huevos y leche.

Vitamina B1: lo podemos encontrar principalmente en la carde de cerdo y en algunos frutos secos como los pistachos y las avellanas.

Al mismo tiempo, podemos encontrar nutrientes cuya ingesta ayuda a mantener, cuidar y potenciar la memoria:

Antioxidantes: como su propio nombre indica, evitan la oxidación y, por ende, el desgaste y envejecimiento celular, incluido el de las neuronas. Si mantenemos las neuronas “jóvenes”, conseguiremos tener una buena memoria por más tiempo. La vitamina C, los flavonoides y los carotenos con algunos antioxidantes. Los frutos secos, los cítricos como el limón o la naranja o el ajo son algunos de los alimentos más ricos en antioxidantes.

Ácidos grasos poliinsaturados: las grasas polinsaturadas son las más saludables, seguidas de las monoinsaturadas y, por último, de las saturadas. Entre las polinsaturadas, destacamos como beneficiosas para la memoria el EPA, el DHA (ambos ácidos omega-3) y el ácido araquidónico (ácido omega-6). El EPA y el DHA los podemos encontrar en los pescados azules y el ácido araquidónico en la carne de ave y sus huevos principalmente.

Lecitina o fosfatidilcolina: podemos encontrarlos en alimentos de origen animal como la carnes, los huevos o la leche, además de algunos vegetales como la coliflor.

Fosfatildilserina: hay una gran cantidad de este nutriente en las membranas de las neuronas. La podemos encontrar en la carne de cerdo, ternera o pollo, pescados como el bacalao, mariscos como las almejas y las habas de soja.

Durante el sueño, el cerebro procesa y ordena toda la información recogida durante la vigilia. Es una fase imprescindible de la consolidación de la memoria y, por tanto, del aprendizaje. Cuando almacenamos algo en nuestra memoria a corto plazo, uno de los requisitos imprescindibles para que pueda pasar a largo plazo es que se consolide. Esta consolidación se produce en las fases no REM 3 y 4 del sueño. Por eso es tan importante dormir bien el día anterior a un examen o a una actividad donde tu memoria se vaya a someter a prueba. El resultado de quedarse toda la noche estudiando despierto será un rendimiento muchísimo menor al día siguiente cuando trates de recuperar los recuerdos que has almacenado a lo largo de la noche ya que no han podido consolidarse.

En esa etapa de consolidación de la memoria, la información que el cerebro considere no relevante será desechada, olvidada, mientras que la otra pasará a los bancos de memoria: se reorganizarán las redes neuronales que almacenarán esa información para afianzarla y fortalecerla. De nosotros depende después volver a recorrer esas redes para que el recuerdo siga vigente o ignorarlas y que el recuerdo termine por olvidarse igualmente.

Un nutriente que ayuda a conciliar el sueño en muchas personas es el triptófano, necesario para que el organismo pueda crear serotonina, un neurotransmisor que, a su vez, ayuda a crear melatonina. Y la melatonina es la principal responsable de nuestra somnolencia: a mayor cantidad de malatonina, más sueño sentimos. Por eso recomiendan tomar un vaso de leche antes de dormir, porque la leche contiene triptófano.

martes, 2 de febrero de 2021

Alimentación y sueño en la Educación

Hoy veremos cómo la alimentación y el sueño pueden afectar a dos de las capacidades más importantes que se utilizan en el momento del estudio: la concentración y la memoria.

En primer lugar, lo más importante que debemos conocer es que aunque hay nutrientes que ayudan a tu concentración, no debemos ceñirnos exclusivamente a ellos. Una dieta variada es esencial para garantizar nuestro funcionamiento, ya que los nutrientes no funcionan de forma aislada, sino conjunta.

Veamos el siguiente ejemplo: ingerir proteínas (carne, pescado, huevos…) equivale a una mayor ingesta de triptófano que es el responsable de luchar en nuestro cerebro contra la ansiedad y de regular los ritmos de sueño, entre otras de sus funciones. El problema es que solo ingiriendo proteínas no conseguimos llevar el triptófano al cerebro. Necesitamos ingerir también hidratos de carbono para que aumente la concentración de triptófano en sangre y para que pueda transportarse sin problema hasta el cerebro. Como podemos apreciar, este es un ejemplo de cómo un alimento que nos proporciona un nutriente no es suficiente para beneficiarnos de la bioquímica de ese nutriente.

Para luchar contra la falta de concentración, debemos conocer algunos nutrientes:

Lisina: es un aminoácido esencial cuyo déficit puede provocar dificultades para concentrarnos. La lisina podemos encontrarla principalmente en productos de origen animal (carne sin grasa, pescado, huevos y leche) y en legumbres como las algarrobas, lentejas, judías y soja.

Zinc: es un mineral esencial para el metabolismo del cuerpo humano. El déficit de zinc, además de provocar problemas inmunitarios, entre otros, puede bajar el rendimiento de nuestra concentración. Podemos ingerirlo a través de frutos secos como los cacahuetes, las pipas de calabaza o las almendras, a través de las ostras y a través del chocolate negro sin azúcar. 100 gramos de chocolate puro al día nos cubre el 65% de las necesidades diarias de zinc del organismo.

Hidratos de carbono: su función esencial es proporcionar energía al organismo. Hay dos formas de proporcionar energía: inmediatamente o repartida a lo largo del tiempo. Esto nos permite dividir a los hidratos de carbono en dos clases:

Simples, son los que en la digestión se convierten rápidamente en glucosa, que es el alimento de las neuronas. Por tanto, ingerir hidratos de carbono simples nos permite conseguir energía inmediata, aunque no duradera. Su ingesta pude ser útil, por ejemplo, en momentos de enfrentarnos a un examen físico o intelectual que vaya a durar poco tiempo. Los hidratos de carbono simples los encontramos principalmente en alimentos azucarados como la bollería o las gominolas.

Complejos, conocidos también almidones. Al contrario de los simples, los complejos tardan más en metabolizarse durante la digestión, por lo que nos van proporcionado energía poco a poco. Son adecuados para enfrentarse a un examen o una jornada académica de varias horas. La pasta, las harinas, el arroz, la avena y cereales integrales con fibra son algunos ejemplos de ellos.

Supongamos que tenemos cubiertas las necesidades mínimas de concentración ¿cómo podemos mejorarla ahora? Un nutriente que nos ayudará a conseguirlo es el ácido glutámico o glutamato. El glutamato excita la corteza cerebral, la parte más externa del cerebro y la que usamos para concentrarnos. Puedes ingerir ácido glutámico a través de productos de origen animal como huevos y leche y a través de productos vegetales como las almendras, las nueces o el trigo.

Dos complementos que no se consideran realmente alimentos pero que ayudan a favorecer la concentración son el café y los chicles. El café porque contiene cafeína, estimulante del sistema nervioso, y los chicles porque, al mascarlos, se reducen la ansiedad y el estrés, que son enemigos de la concentración. Sin embargo, se trata de complementos con los que hay que tener cuidado. El café con cafeína consumido en cantidades elevadas o de forma diaria puede provocar alteraciones del sistema nervioso a largo plazo. Por su parte, los chicles con azúcar pueden provocar problemas bucales como las caries. Lo mejor es tomar estos complementos de forma esporádica cuando, por algún motivo, necesitemos una buena dosis de concentración.

Además el café altera los ritmos de sueño, y el sueño es esencial para mantener una buena concentración. Si duermes menos de 6 horas, tu concentración y también tu memoria, tu rapidez mental y tu capacidad de razonamiento pueden verse reducidas. Hay estudios que demuestran que las personas que duermen una siesta de 30-40 minutos después de comer resuelven distintos tipos de problemas con mayor eficacia que otras personas que no la duermen. De todas formas, si bien este mínimo de 6 horas es el que se debe cumplir, puede variar hacia arriba en función de cada persona. Las personas que durante el día suelen realizar esfuerzos intelectuales frecuentes, por lo general necesitan más horas de sueño para sentirse completamente reparadas y estar en disposición de ir a por una nueva jornada. Hay quienes necesitan 7, 8, 9 horas o quizá alguna más. Cada persona, cada cerebro y cada metabolismo son distintos unos de otros.