jueves, 27 de mayo de 2021

Logros que se pueden conseguir en el aula con herramientas de coaching

Algunos de los logros a los que podemos llegar aplicando en el aula herramientas de coaching son los siguientes:

Desarrollar las competencias emocionales, estas son un poderoso instrumento de influencia social, siendo la vía más directa y efectiva para conseguir cambios beneficiosos en pensamientos, sentimientos, actitudes y comportamientos de los alumnos.

Nos ayuda en la consecución de logros. De la madurez emocional y el desarrollo como personas, depende el éxito en el trabajo, en los estudios, el acierto en la elección de los amigos o el éxito social, por encima de la brillantez académica: competencias como el esfuerzo, la perseverancia, la resiliencia o el autocontrol, están en la base de cualquier logro académico o personal.

Mejoran las relaciones constructivas y seguras, basadas en la aceptación mutua y el respeto, sirven para aumentar la sensación de bienestar.

Mejoran la adaptación al contexto. Las emociones positivas multiplican las probabilidades de adaptación, mientras que las negativas las merman considerablemente, al nublar nuestros recursos racionales.

Nos permiten trabajar y mejorar la autoestima y el equilibrio emocional, generando efectos saludables que arman frente a los conflictos.

No debemos olvidar que debemos aplicar cuatro principios fundamentales en el desempeño de nuestra labor docente:

El primero es el querer, el querer desde el amor más ampliamente concebido, a los niños, a nosotros mismos, a la vida, a nuestra labor, etc. Y el querer desde la voluntad, desde la intención, desde el interés.

El segundo es el creer, el creer en nosotros, en lo que hacemos, sobre todo, creer en las otras personas, en sus posibilidades de cambio, de desarrollo, de crecimiento, de éxito, etc.

El tercero es valorar, valorar todo lo que haya a nuestro alrededor, pero sobre todo valorar a las personas que nos rodean, con las que trabajamos, sean niños, adolescentes, adultos, con unas características u otras, con unas circunstancias u otras.

Y, por último, es potenciar, potenciar en nosotros nuestros talentos, nuestros potenciales y potenciar en otras personas las mismas variables.

martes, 25 de mayo de 2021

Las competencias socioemocionales en el coaching educativo

Generalmente, cuando recordamos a nuestros mejores profesores, la mayor parte de las cualidades que solemos atribuirles, son de carácter social o emocional. Solo unas pocas de las características que recordamos, tienen que ver con el nivel intelectual o académico. Podemos por tanto llegar a la conclusión de que estos aspectos están bien presentes en el proceso de coaching educativo.

El coaching educativo puede definirse como la ayuda que recibe una persona para mejorar su aprendizaje y formación, creando el ambiente adecuado, los procesos más optimizados, y ofreciendo el apoyo que necesita.

El profesor en el aula, debe atender una doble vertiente debido a que se encuentra, por un lado, en la situación de líder socio-emocional y por otro en el de líder de tarea: como líder socioemocional debe desarrollar competencias sociales y emocionales y velar porque la convivencia en el grupo aula y en el centro educativo sea lo más satisfactoria posible, además, de autoformarse y desarrollar sus propias competencias personales con el fin de desempeñar su profesión con éxito. Como líder de tarea trabaja en el alcance de objetivos de aprendizaje y capacidades en su alumnado, de modo que estos puedan llegar a alcanzar las competencias básicas asociadas a cada periodo educativo.

Por un lado, solo un profesor emocionalmente competente podrá ayudar a desarrollar a sus alumnos las competencias socioemocionales necesarias para que se genere un clima de trabajo efectivo y de buena convivencia.

Y por otro las competencias emocionales son el factor fundamental que caracteriza a los profesores eficaces y emocionalmente saludables.

jueves, 20 de mayo de 2021

¿Cómo podemos trabajar desde el coaching en el aula?

Vamos a describir brevemente algunas estrategias y herramientas con las que podemos trabajar.

Establecer acuerdos de coaching educativo para que el coaching sea eficaz, es necesario establecer acuerdos previos. Podrían realizarse de manera individual o grupal.

Establecer relaciones de confianza es otra clave primordial del coaching educativo es el establecimiento de relaciones de confianza. No hay otro método mejor para crear el ambiente adecuado que permita crear un respeto mutuo. En este sentido, todos los intervinientes deben comprometerse a ser honestos y sinceros, y contribuir con esfuerzo y trabajo a cumplir las normas y acuerdos para llegar a los resultados y objetivos propuestos.

Escucha efectiva es imprescindible para las relaciones de confianza y la consecución de metas se obtienen con un conocimiento profundo, por lo que hablar sobre las preocupaciones, valores o creencias, y que se establezca un feedback adecuado es totalmente necesario.

Preguntas y respuestas la sinceridad, la curiosidad o el conocimiento son activos muy importantes para que el camino de potenciación de habilidades y competencias sea adecuado.

Comunicación fluida para que haya una escucha activa y eficaz, y las preguntas y respuestas sean adecuadas, es indispensable una comunicación fluida. En este sentido, la relación de confianza, la sinceridad, y el ambiente y motivación positivas, actúan de manera clara.

Creación de consciencia es necesario que la persona sea capaz de interpretar la realidad, reflexionar sobre sus necesidades, encontrar la motivación para conseguir las metas, identificar sus debilidades y superarlas, descubrir procesos de pensamiento y percepción, aceptar sus emociones… Esto se facilita con el trabajo de los diálogos interiores.

Planificación y gestión de procesos y metas ha que planificar qué se quiere conseguir y cómo. Y por supuesto, gestionar la evolución de las acciones y actividades, evaluar el desempeño...

martes, 18 de mayo de 2021

El perfil del maestro-coach y sus competencias

El profesor es la figura educativa responsable de la educación en el aula. Las competencias que podemos reconocer en el maestro-coach son:

El profesor-coach se gana la autoridad y el respeto a través del conocimiento, pero sobre todo de la actitud mostrada frente a los alumnos; La mayor parte del tiempo intenta coordinar la clase, imparte y tutoriza. Él posee el conocimiento pero el resto también. Es emisor, pero la mayor parte del tiempo escucha, es receptor; Plantea el aprendizaje, además de desde la trasmisión desde la reflexión y la autonomía del alumnado; Trabaja el presente para visionar el futuro. El protagonista principal del proceso es el alumno, ya que es la parte activa, quién necesita cambiar, es un recurso más para facilitar el aprendizaje; Desde el punto de vista de la evaluación continua o formativa. La evaluación como medio para aprender. No solo se centra en el saber y saber hacer, sino también en el saber ser, estar o querer hacer. (Actitudes).

Algunas de las características que debemos poseer como docente-coach, además de tener claras nuestras competencias, son la paciencia, imparcialidad, objetividad, percibirnos a nosotros mismos como un apoyo, interés en el mundo del otro, escucha activa, atención plena y consciencia de uno mismo, de las actitudes mostradas, de los pensamientos generados, de nuestras limitaciones y fortalezas.

El enfoque del docente en la educación aplicando competencias como coach, pretende lograr que los alumnos sean responsables del aprendizaje, establezcan sus propias metas y las capacidades para lograrlas, fomentando siempre la responsabilidad, autonomía, autogestión, poder, escucha activa y desarrollo de creatividad.

El pensamiento, el lenguaje y la acción son fundamentales en el proceso de coaching y determinan el ser y hacer. Los tres pilares del coaching son los objetivos, las creencias y los valores.

Las creencias son generalizaciones que hacemos acerca de nosotros mismos y en la realidad que nos circunda, que aceptamos como verdaderas y acaban gobernando nuestra forma de actuar y de entender el mundo.

Los valores son los principios fundamentales de la vida de las personas y están presentes en lo que la persona quiere.

El coaching educativo, entonces, tiene como objetivo mejorar y optimizar el desarrollo personal y profesional de los individuos involucrados en el proceso de aprendizaje. El docente puede ser más un facilitador que un experto, como en el modelo tradicional. La tutoría tradicional, puede aplicarse bajo el enfoque de coaching tomando el tutor el papel de coach.

Algunas de las funciones que desempeñamos como maestros-tutores en la eduación son: desarrollar las actividades previstas en el plan de orientación y de acción tutorial; coordinar el proceso de evaluación del alumnado; orientar y asesorar al alumnado sobre sus posibilidades académicas y profesionales; facilitar la integración de los alumnos y alumnas en el grupo y fomentar su participación en las actividades; ayudar a resolver las demandas e inquietudes del alumnado y mediar, ante el resto del profesorado y el equipo educativo, y; coordinar las actividades complementarias de los alumnos y alumnas del grupo en el marco de lo establecido por el departamento de actividades extraescolares y complementarias.

Todas estas funciones, pueden desempeñarse desde un punto de vista más directivo o desde un punto de vista más de acompañante, en este último estilo de desempeño, es donde más espacio tiene las herramientas de coaching. Los alumnos son los responsables del proceso de aprendizaje. El alumno es el protagonista principal de la historia, es el responsable de sus decisiones y el docente anima, escucha y lo motiva a la acción para alcanzar sus objetivos.

El maestro, debe intentar vincular aprendizaje con acción, se habla de acciones efectivas, para llevar a la práctica lo aprendido y no quede en mero conocimiento. El alumno debe experimentar lo aprendido. El docente debe ayudar al alumno a definir sus objetivos académicos, sus recursos, a diseñar su futuro, a cambiar las creencias que no le permiten el logro de sus objetivos.

Debe acompañarlo en el recorrido del camino desde donde está hasta donde quiere estar, proporcionando herramientas para transitar ese camino y optimizar sus rendimientos en todas las áreas. Ambos, deben trabajar en un clima de motivación para que el grupo se sienta seguro en el proceso, deben animarse en el proceso de cambio. Los objetivos deben ser fácilmente alcanzables y medibles. Al hacer el seguimiento del proceso debe haber un espacio de reflexión para que cada uno valore sus propios recursos y las áreas de mejora.

La formación de un buen profesional no solamente consiste en los conocimientos adquiridos durante el pase por la institución educativa sino también en la contribución en su formación como ser humano.

jueves, 13 de mayo de 2021

Competencias del maestro

Todo buen docente debe contar con unos requisitos para poder ejercer bien su profesión y ser capaz de enseñar y transmitir correctamente conocimientos a sus alumnos. Aprender a enseñar requiere, además de una buena formación y preparación, capacidad pedagógica.

De modo general, podemos decir que un maestro: Tiene que sentir interés por la enseñanza y tener curiosidad sobre las técnicas que se desarrollan en cada ciclo; seguir aprendiendo y adaptarse a los cambios; mostrar interés en ayudar a los alumnos en su desarrollo personal y social; desarrollar aptitudes y actitudes para la comunicación, la capacidad de interacción o la creatividad; ser capaz de liderar. Liderar a un grupo, ante un alumno, a una familia, en el proceso educativo se es referente y guía de formas muy diferentes; tener paciencia y ser observador. Necesario para ayudar a otra persona a alcanzar objetivos en el tiempo y para detectar problemas en el proceso o que puedan tener los alumnos a nivel individual; disciplina para adquirir una virtud hay que ser capaz de realizar un hábito, a menudo siguiendo un mismo método y por medio de la repetición. Los profesores enseñan a adquirir hábitos a sus alumnos, por lo tanto deben ser capaces de vivirlos y estar cómodos con estas dinámicas; tener empatía y facilidad para comprender a las personas e identificar sus necesidades; tener habilidad para saber relacionar conceptos con la vida cotidiana de los alumnos, ponerlos a su nivel de conocimiento para que las puedan asimilar.

Un buen maestro sabrá que tiene que ser responsable, paciente, con entusiasmo por su trabajo, con interés por seguir ampliando su formación, con una preocupación por motivar a sus alumnos, buscando siempre lo mejor para ellos y su futuro.

No obstante, podemos decir que cualquier maestro o docente necesita poseer tres grandes competencias:

Competencias técnicas que se refieren al dominio del contenido que debe de impartir en el aula, se requiere actualización de conocimientos, tareas como la búsqueda de información, formación continua, así como capacidad para realizar un trabajo no rutinario con responsabilidad.

Competencia didáctica requiere que la persona que actúa como docente lleve a cabo una interacción adecuada con personas o grupos, que sepa identificar problemas y plantear soluciones a los mismos.

Competencia social relacionado con la capacidad de integración en el desarrollo de su profesión de aspectos como el trabajo en equipo, la cooperación, tolerancia, flexibilidad, capacidad de convivir con las diferencias por razón de género, raza, cultura y genera dichas competencias en el alumnado, además de gestionar e interactuar con grupos humanos. Debemos situar también habilidades como la asertividad, la empatía y la inteligencia emocional.

martes, 11 de mayo de 2021

Introducción alternativa de la suma y resta

Esta propuesta propone comenzar de lo global a lo individual, así por ejemplo partimos un trozo de papel en muchos fragmentos pequeños. Luego los contamos, y supongamos que nos salen 24. Le decimos entonces al niño:

Como ves, estos trozos de papel los describo con lo que he escrito ahí, y lo llamo: 24 trozos de papel. Y ahora verás lo que pasa. Saco unos cuantos trozos de papel y los pongo en un montón aparte, luego hago un segundo montón y un tercero, hasta que he distribuido los 24 trozos de papel en cuatro montoncitos. Y ahora verás. Ahora los cuento, y a lo que hay en aquel montón lo llamo 9, lo que hay en el segundo lo llamo 5, lo del tercero lo llamo 7, y lo que hay en el cuarto lo llamo 3. Ahora tengo cuatro montoncitos: 9, 5, 7 y 3 trocitos de papel. Todo ello sigue siendo el mismo papel. Cuando los tengo todos juntos lo llamo 24, luego los he distribuido en cuatro montones y al uno lo llamo 9, al otro 7, al otro 5 y al otro 3 trozos de papel. Y ahora digo: 24 trocitos de papel son 9, 7, 5 y 3 todos juntos.

Le acabamos de enseñar al niño a sumar. Es decir, no hemos partido de los sumandos para generar luego la suma; eso nunca corresponde con la naturaleza originaria del ser humano, sino todo lo contrario.

La suma es lo primero que hay que considerar y luego hay que descomponerla en los diversos sumandos. De modo que al niño hemos de enseñarle a sumar al revés de como suele hacerse habitualmente: es decir, hemos de partir de la suma para pasar luego a los sumandos. Entonces el niño entenderá mejor el concepto de “total” que si le enseñamos a pegar las partes, como suele hacerse.

Podemos contar con que se producirá una comprensión muy distinta del asunto que si lo hubiéramos hecho del modo habitual. Lo más importante en realidad lo irán captando a medida que lo vayan practicando. Pues si emprendemos el camino de este modo, notaremos que el niño lo acoge de una manera muy distinta y adquiere una capacidad de asimilación diferente.

Podemos recorrer el camino opuesto en el siguiente paso del cálculo, y decir:

Vuelvo a juntar todos estos trozos de papel, y aparto una cantidad del montón, de manera que ahora tengo dos montones. El montón de los que he sacado lo llamo 3. ¿Cómo he conseguido estos 3? Pues quitándoselos al montón grande. Cuando estaba completo, a ese montón lo llamaba 24; ahora he quitado 3, y al montón grande que ha quedado lo llamo 21.

De ese modo vamos pasando al concepto de resta. Es decir, nuevamente no partimos del minuendo y el sustraendo, sino de la resta que ha resultado, y de esta pasamos a la cantidad inicial. Ahí hacemos igualmente el camino inverso. Y podemos seguir haciéndolo así extendiendo este proceder por todo el arte aritmético, partiendo siempre del todo para llegar a las partes. En este aspecto tendremos que empezar habituándonos a seguir una orientación docente distinta a la que estamos acostumbrado.


Steiner, R. (1919). Metodología y Didáctica.

jueves, 6 de mayo de 2021

El tiempo en el estudio

Al igual que el espacio en el que estudiamos afecta a nuestra eficacia y eficiencia, con el tiempo ocurre lo mismo en dos sentidos: la cantidad de tiempo (minutos, horas…) que invertimos en estudiar y el momento del día en el que estudiamos.

Lo primero que debemos conocer respecto al tiempo es el concepto de ritmos circadianos. Se trata de unos patrones biológicos naturales por los que el cerebro se rige formando unos intervalos de tiempo con mayor o menor actividad.

En relación con la hora en la que nos levantamos normalmente, nuestra energía crece y se mantiene hasta una hora determinada, que suele encontrarse alrededor de la hora de la comida. En ese momento nos sentimos cansados debido en parte a que nuestro organismo debe invertir energía en la digestión de la comida (en el caso de no haber comido, ni siquiera le habremos metido la energía que necesita a esa hora). Tras un par de horas nuestra energía vuelve a aumentar hasta cierto momento de la noche en el que vuelve a disminuir hasta que nos dormimos. Al día siguiente se repite este patrón y con ello se forman nuestros ritmos circadianos.

Ahora bien, hay personas que se encuentran más despejadas y a las que les resulta más fácil concentrarse a primera hora de la mañana y a quienes les resulta más fácil hacia última hora de la tarde o incluso por la noche. Es importante que cada uno descubra sus ritmos circadianos para poder adaptarse a ellos en la medida de lo posible y así poder rendir más en su actividad diaria. En caso contrario, no podremos saber en qué momentos del día seremos más eficaces y eficientes para el estudio.

Una vez que conocemos nuestros ritmos circadianos y adaptamos nuestros momentos de estudio a ellos, existen una serie de cuestiones que debemos tener en cuenta acerca del funcionamiento de nuestro cerebro si queremos aprovechar al máximo nuestro tiempo de estudio:

  • El cerebro necesita momentos de descanso para asimilar la información adquirida hasta el momento y para recuperar la energía invertida durante la concentración. Por este motivo, es recomendable automonitorizarse continuamente durante el tiempo de estudio para que, llegado el momento de agotamiento mental, podamos ser conscientes de ello y detener el estudio hasta que nuestro cerebro haya reposado. Continuar estudiando cuando nuestro cerebro nos exige un descanso reduce nuestra eficiencia en las siguientes horas de estudio. El psicólogo británico Norman Mackworth llegó en 1948 a la conclusión de que la atención y la concentración empiezan a disminuir tras 30 minutos de empezar a concentrarse. Este puede ser un número para tomar como guía que nos permita determinar si nuestro cerebro es capaz de aguantar más o menos tiempo.

  • Si tenemos que estudiar después de comer y nuestro cerebro nos pide una siesta, nuestra eficacia y eficiencia en el estudio aumentarán si le proporcionamos al menos unos diez minutos de sueño, que si lo mantenemos sin dormir. Cuando nuestro cerebro nos exige desconectar de la vigilia, lo hace siempre por algún motivo, y tratar de luchar contra ello solo nos perjudica. Una desconexión de diez minutos es cuanto necesita si hemos dormido bien durante la noche.

  • Es durante el sueño cuando nuestro cerebro traslada los recuerdos de la vigilia a la memoria a largo plazo. Si justo antes de irnos a dormir volvemos a leer lo que hemos estudiado a lo largo del día, nuestro cerebro lo tendrá más fresco en su memoria a corto plazo para poder consolidarlo.

  • Las rutinas ayudan a regular los ritmos circadianos y a conseguir que el cerebro encuentre un guía que le indique en qué momento toca dormir y en qué momento toca estar despejado. De esta forma, podrá concentrarse mucho más en esos momentos del día en que le hemos acostumbrado a hacerlo. Para acostumbrar al cerebro a una rutina, es necesario levantarse y acostarse todos los días a la misma hora, aunque los primeros días nos cueste trabajo levantarnos o dormirnos; respetar unos horarios de desayuno, comida, merienda y cena; estudiar de forma regular y diaria, etc. El tiempo que necesita el cerebro para interiorizar un hábito es alrededor de tres semanas, aunque puede variar en función de la persona y de cuál sea el hábito. Pero de forma general, si conseguimos seguir una rutina durante tres semanas, nuestro cerebro se acostumbrará a ella y, a partir de entonces, conseguirá seguirla de forma natural y sin esfuerzo.   

 

martes, 4 de mayo de 2021

El espacio en el estudio

El lugar en el que estudiamos repercute directamente en nuestra eficacia y nuestra eficiencia a la hora de estudiar. En este sentido, es importante conocer la diferencia entre eficacia y eficiencia:

Eficacia: es la capacidad de conseguir algo. Por ejemplo, si nuestro objetivo es estudiar 4 páginas de un tema en una hora y lo conseguimos, hemos sido eficaces.

Eficiencia: es la capacidad de invertir pocos recursos para conseguir algo. Por ejemplo, si estudiamos sin agotarnos, estamos siendo eficientes.

Lo que realmente convierte en productivo al tiempo de estudio es que sea eficaz y eficiente. Si conseguimos estudiar 4 páginas del tema en una hora, pero nos agotamos tanto que nos resulta prácticamente imposible continuar estudiando, hemos sido eficaces, pero no eficientes. Por otro lado, si conseguimos no agotarnos pero no somos capaces de estudiar esas 4 páginas en una hora, hemos sido eficientes, pero no eficaces. La eficacia y la eficiencia juntas nos ayudarán a conseguir estudiar esas 4 páginas en una hora sin agotarnos, con lo cual podremos continuar estudiando.

Como decíamos, el espacio en el que estudiamos y sus condiciones ambientales repercuten directamente en la eficacia y la eficiencia de nuestro estudio. A continuación, comentaremos algunas de las variables ambientales que tenemos bajo nuestro control y que podemos variar según lo necesitemos:

  • Iluminación. Una mala iluminación nos obliga a forzar más la vista, lo que sobreexcita nuestro córtex visual en detrimento de otras áreas cerebrales. Además, empeora nuestra calidad de lectura. Para evitar que esto termine agotándonos mentalmente y afecte a nuestra eficiencia, debemos contar con iluminación natural, preferiblemente. En caso de no ser posible debido a que estamos estudiando de noche o en un espacio sin ventanas, la luz que utilicemos debe apuntar directamente a la superficie en la que estamos leyendo, sin que haya ningún obstáculo en medio como, por ejemplo, nuestra cabeza. En el caso de estudiar escribiendo o subrayando, debemos asegurarnos de que nuestra mano no crea sombra sobre el texto. Para ello, una buena solución es colocar un flexo en el lado contrario a la mano con la que escribimos: si somos diestros, al lado izquierdo, y si somos zurdos, al lado derecho. Por último, la iluminación azul que desprenden los dispositivos móviles y los ordenadores altera los niveles cerebrales de melatonina, que es la hormona encargada de regular el sueño. Por este motivo es recomendable evitar el uso de este tipo de dispositivos antes de dormir.

  • Ventilación. Un espacio mal ventilado puede hacernos sentir agobio y estrés con mayor facilidad, y si nuestro cerebro emocional está activado, el córtex cerebral, que es quien se debe activar en el momento del estudio, permanecerá bloqueado. Por este motivo debemos evitar espacios cerrados y reducidos en los que haya mucha gente, como por ejemplo salas de estudio pequeñas en una biblioteca. En el caso de estudiar en una habitación a solas, no debemos olvidar que el ambiente también puede sobrecargarse con el paso de las horas. Es recomendable abrir la ventana y dejar que la habitación ventile en los momentos de descanso.

  • Temperatura. Cuando nos encontramos en espacios con temperaturas tan bajas que nos hacen sentir frío o temperaturas tan elevadas que nos hacen sudar, nuestro cerebro reptiliano entra en funcionamiento y solo se preocupa de huir de esas condiciones que están provocando dolor a nuestro organismo. Y mientras nuestro cerebro reptiliano está en funcionamiento, ni el cerebro emocional ni el córtex cerebral podrán activarse de forma correcta. Es por ello que no debemos estudiar en lugares con temperaturas demasiado bajas ni demasiado elevadas, ya que de lo contrario nuestro cerebro estará invirtiendo energía en contrarrestar el frío o el calor y se volverá ineficiente. ¿Cuál es la temperatura ideal? Aquella que te permita estar a gusto, sin pasar frío ni calor.

  • Ruidos. Los ruidos son uno de los distractores más habituales y unos grandes enemigos de la concentración durante el estudio. ¿Debemos evitar lugares con ruidos? La respuesta a esta pregunta depende del nivel de concentración de cada persona. Hay quienes son capaces de mantenerse concentrados en el estudio a pesar de los ruidos de alrededor, por lo que podrán estudiar sin problemas en una biblioteca. Sin embargo, hay muchas personas cuya atención se dirige hacia los ruidos que se producen en el entorno sin que pueda evitarlo. Para esas personas estudiar en una biblioteca o en cualquier espacio público es contraproducente, ya que el sonido de una silla al arrastrarse, el de una persona entrando por la puerta o el de una conversación entre susurros puede desviar su atención y volver ineficaz su tiempo de estudio. Por lo tanto son personas que, preferiblemente, deben estudiar en solitario y con el móvil silenciado, al menos hasta haber entrenado su concentración.