jueves, 29 de abril de 2021

Reír no sólo es sano, sino que ayuda a memorizar y a aprender.

A continuación, describiremos dos momentos clave en donde el estado emocional influye en la memoria: a la hora de codificar y almacenar la información y a la hora de recuperarla.

A la hora de codificar y almacenar la información

¿Recuerdas dónde estabas la primera vez que se te cayó un diente? ¿O tus noches de Reyes Magos, al abrir los regalos? ¿Recuerdas cuándo y dónde fue tu primer beso? Si alguna vez te has roto un hueso, ¿recuerdas cómo fue y lo que ocurrió a continuación?

Este tipo de recuerdos suelen estar asociados a una carga emocional intensa y el cerebro da prioridad a los estímulos que provocan una emoción en nosotros, sea placentera o dolorosa.

Los estímulos que despiertan en el cerebro una reacción emocional son los que producen dolor o placer y, para garantizar nuestra supervivencia, el cerebro tiene la misión de alejarnos del dolor y acercarnos al placer.

Por tanto, cuando recibimos un estímulo que nos produce dolor o placer, el cerebro empieza a trabajar el doble, el triple, el cuádruple o lo que haga falta para grabar todos los detalles acerca de esa situación de dolor o de placer. El objetivo: tener en sus bancos de memoria la mayor cantidad de información posible para poder identificar situaciones similares en el futuro y anticiparse en su respuesta.

¿Verdad que recuerdas mucho mejor aquellas situaciones en las que lo pasas bien, en las que te ríes a carcajadas? ¿A que recuerdas mejor las clases donde el profesor o profesora hacía chistes y actividades divertidas? El motivo por el que las clases lúdicas y humorísticas son más eficaces para que los alumnos aprendan es porque, en el momento en el que empiezan a reírse, su cerebro trabaja para almacenar toda la información del entorno con la finalidad de reproducirla en el futuro y garantizar el placer. Reír no sólo es sano, sino que ayuda a memorizar y a aprender.

A la hora de recuperar la información

Puede que ya tengamos almacenado en el cerebro la información que queremos. Hemos usado algunas técnicas de optimización a largo plazo o hemos disfrutado de un estado emocional placentero que nos ha permitido guardar los datos en la memoria.

Sin embargo, llega el momento del examen y empiezamos a sentir nervios. Esos nervios provocan que de repente olvidemos todo lo que hemos estudiado. Por más que lo intentemos, aunque sabemos que hemos codificado y almacenado la información de forma correcta, no somos capaces de recuperarla. Sin ningún motivo aparente, la mente se queda en blanco.

Pero sí que hay un motivo. Cuando el cerebro detecta una amenaza, olvida todos los mecanismos de su sistema cognitivo-ejecutivo, como la concentración o la memoria, y se centra exclusivamente en esa amenaza para huir o para luchar contra ella y sobrevivir. A través de una compleja reacción bioquímica en cadena, tras detectar una amenaza, el organismo libera adrenalina (la hormona estimulante) y cortisol (la hormona del estrés). Estas dos hormonas ponen a funcionar nuestro sistemas instintivo y emocional y bloquean el pensamiento racional para que no tengamos tiempo de pensar y podamos ejecutar la reacción más clásica de supervivencia: lucha o huida.

El problema es que un examen no es una amenaza real. No pone la vida en peligro.

Ahora nuestra sociedad es mucho más segura que hace 150.000 años, pero como nuestro cerebro sigue siendo el mismo, se centra en detectar amenazas y puede tomar como tales todo aquello que provoque que seamos rechazados en grupo o que no tengamos éxito.

El resultado es un estrés continuo que va atrofiando poco a poco nuestros sistemas racionales y deteriorando nuestra memoria y nuestra concentración. Porque el cortisol, si permanece mucho tiempo en la sangre (es decir, si vivimos mucho tiempo con estrés), tiene efectos muy nocivos que acaban alterando no sólo nuestra bioquímica, sino también nuestro cerebro físicamente.

Es por este motivo que cada vez son más necesarios sistemas de gestión del estrés y la concienciación de que la magnificación de nuestros miedos no nos ayuda en absoluto a afrontarlos. Como educadores, nuestra función también consiste en proporcionarles a los alumnos una seguridad y una motivación para que no sufran bloqueos emocionales a pesar de ser excelentes estudiantes de la materia.


martes, 27 de abril de 2021

Método de Loci

El método de Loci, también llamado palacio de los recuerdos, es una técnica de memorización a largo plazo que se basa en la ubicación espacial. Precisamente su nombre procede del latín loci, que significa lugares o ubicaciones. Funciona especialmente bien con personas con una inteligencia visoespacial elevada.

El método de loci se puede llevar a cabo siguiendo estos pasos:

  1. Elige un sitio, un espacio, un lugar que te resulte lo más familiar posible. Puede ser tu habitación, tu despacho, tu coche... El que tú quieras.

  2. Redacta un listado (listado A) de las cosas que te encuentras al recorrer ese espacio. Es importante que ese recorrido sea el que realizas normalmente, al que estás acostumbrado/a.

  3. Ahora redacta un listado (listado B) de elementos físicos que debas memorizar, como por ejemplo una lista de la compra, o un listado de cosas que debas hacer, por ejemplo, los recados de esta tarde.

  4. Con los dos listados delante, ve recorriendo mentalmente el espacio que has elegido. En cada uno de los elementos del listado A, ve colocando mentalmente uno de los elementos del listado B. Si quieres memorizarlos por un orden específico, sigue ese orden. Por ejemplo, si lo primero que te encuentras al recorrer tu habitación es un perchero y lo primero que quieres recordar es la comida para tu perro, imagínate a tu perro subido al perchero.

  5. Una vez que hayas realizado el recorrido siguiendo los papeles, trata de hacerlo de nuevo con los ojos cerrados. Si lo consigues recordar todo, ya lo tienes. Si no, vuelve a realizar el recorrido ayudándote de los papeles.

Vamos a verlo en un ejemplo sencillo. Imagina que tienes que memorizar las energías renovables:

  1. Elige un sitio: mi coche.

  2. Redacta un listado de las cosas que te encuentras: por orden antes de arrancar, el asiento, el cinturón, los pedales, el freno de mano, la palanca del cambio de marchas y el volante.

  3. Redacta un listado de las cosas que quieres memorizar: las energías renovables son solar, hidráulica, eólica, biomasa, geotérmica y mareomotriz.

  4. Ve recorriendo mentalmente el listado A y colocando en cada parada un elemento del listado B:

    1. En el asiento me encuentro un sol (energía solar) que tengo que apartar para no quemarme el trasero.

    2. Cuando me pongo el cinturón, noto que está muy mojado (energía hidráulica).

    3. Al pisar los pedales, automáticamente se enciende el aire acondicionado (energía eólica).

    4. Al quitar el freno de mano, tengo que sacar un tronco que hay debajo (biomasa) para poder bajarlo.

    5. Intento poner la primera marcha, pero quito la mano automáticamente porque está llena de lava (energía geotérmica) y me quema.

    6. Cuando ya está todo listo, cojo el volante y empiezo a conducir por encima del mar (energía mareomotriz).

  5. ¿Eres capaz de realizar el recorrido con los ojos cerrados? Ya tienes memorizado el listado. ¿No eres capaz? No pasa nada, vuelve a repasarlo una segunda vez.

El método de Loci se nutre del hilo narrativo que has creado y además de ayudarte a memorizar un listado de elementos, te ayuda a memorizarlos por el mismo orden en el que te los has encontrado. Esto es muy útil si en algún momento necesitas memorizar, por ejemplo, los ingredientes que hay que echar para cocinar un postre y el orden en el que hay que echarlos. Además, el método de loci puede ayudarte a memorizar listados enormes, de cientos de elementos. Obviamente requiere más tiempo, pero también garantiza un mayor recuerdo a largo plazo.

jueves, 22 de abril de 2021

La relación entre atención, concentración y emociones

Si pensamos en la concentración, esa capacidad que nos permite mantener la atención en algo durante un tiempo determinado y que gasta tanta energía, estamos hablando de una competencia de nuestro sistema cognitivo-ejecutivo. ¿Qué ocurre si estás furioso/a o te sientes bajo amenaza? ¿Eres capaz de concentrarte en algo? Desde luego que no. Si los sistemas instintivo y emocional están en pleno funcionamiento, no podremos concentrarnos.

Y aquí es donde cobra especial importancia el término de inteligencia emocional. Este término es muy reciente: fue utilizado por primera vez en la tesis doctoral de Wayne Leon Payne en 1985. Poco después, los psicólogos Peter Salovey y John Mayer trabajaron en lo que ese término comprendía, lo desarrollaron y resumieron en 5 fases las competencias que una persona debe cumplir para ser considerada emocionalmente inteligente: autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía y gestión de las relaciones sociales.

Esto guarda una gran relación con la concentración. Ya hemos dicho que, si no tienes bajo control tus emociones, el sistema cognitivo-ejecutivo no podrá entrar en funcionamiento y es él el encargado de nuestra concentración. Por tanto, las dos primeras fases de la inteligencia emocional (autoconocimiento y autocontrol) son indispensables para garantizar la concentración.

También lo es la tercera, la automotivación. Por mucho que conozcamos nuestras emociones y por mucho que podamos controlarlas, si no somos capaces de generar emociones que nos motiven para alcanzar un objetivo, el cerebro desviará la atención de él, ya que el sistema emocional le está indicando que es algo que provoca dolor y no placer. ¿A cuánta gente desmotivada en sus estudios le cuesta concentrarse en él y no sentir la necesidad continua de salir del aula, ir a tomar un café o hablar por WhatsApp con alguien? Y a la inversa, ¿cuánta gente a la que le motivan sus estudios nota cómo la clase se le pasa volando e incluso estudia a gusto por voluntad propia?

Si los alumnos realizan una tarea que no les motiva, les aburre y les crea ansiedad, estarán enviando a su cerebro señales de dolor. Y ya sabemos que su cerebro hará todo lo posible por alejarlos del dolor y por acercarlos al placer. Pueden resistir la tentación de hablar con su compañero de pupitre o de dejar volar su imaginación en busca de una experiencia mejor, pero entonces estarán invirtiendo energías en autocontrolarse para no hacerlo y su rendimiento en la tarea bajará todavía más, ya que el autocontrol es una de las actividades del neocórtex que más energía gasta.

Por eso lo ideal es encontrar algo que les motive. Como educador, debemos ser consciente de que no todo lo que los alumnos van a aprender les resultará atractivo y debemos enseñarles a encontrar motivaciones en cualquier tarea que realicen. Por ejemplo: Si les gusta aprender, que piensen en qué cosas están aprendiendo al realizar la tarea. ¿Qué pueden estar aprendiendo transcribiendo apuntes de un papel al ordenador? Están aprendiendo a utilizar mejor el procesador de textos y que eso puede ayudarles en el futuro.

Los cambios de enfoque ayudarán a conseguir una concentración mucho mayor y mucho más natural que la obtenida a través de estímulos dolorosos. Es importante que tengamos todo el tiempo en mente el motivo por el que estamos haciendo algo, y que ese motivo sea placentero. De lo contrario, tu cerebro intentará desviar tu atención hacia otros estímulos que le resulten placenteros, como irse a la nevera a coger un yogur o empezar a hablar con un amigo por WhatsApp.

En cambio, si encontramos un motivo positivo por el que realizar tal tarea o actividad, será bueno para nosotros; el cerebro se concentrará en ella de forma más natural, ya que le estamos ofreciendo algo que garantizará nuestra supervivencia a corto, medio o largo plazo y algo que nos aproximará al placer en lugar de al dolor.

martes, 20 de abril de 2021

La aplicación de la Pirámide de Maslow en la educación

La pirámide de Maslow es un esquema que creó el psicólogo Abraham Maslow para reflejar de forma gráfica las jerarquías de las necesidades que tenemos los seres humanos. Según su teoría, las necesidades humanas se pueden incluir en alguno de los siguientes 5 peldaños: necesidades fisiológicas, de seguridad, sociales, de autoestima y autorrealización. Conforme ascendemos en la pirámide las necesidades son cada vez menos esenciales. Dicho de otra forma: para poder cumplir las necesidades superiores, es necesario tener cubiertas antes las necesidades inferiores. De este modo, el peldaño inferior incluye las necesidades más esenciales.

En la labor de un educador, la aplicación de la pirámide de Maslow es imprescindible:

En primer lugar, el educador debe asegurarse de que sus alumnos tengan cubiertas sus necesidades fisiológicas, ya que de lo contrario el sistema instintivo del alumno no le permitirá prestar atención. Si necesitan ir al baño, debe darles la oportunidad de hacerlo (a no ser, claro, que se trate de un “truco” del alumno para huir del aula, lo que el educador podrá saber si tiene su empatía desarrollada). Si la clase tiene una duración muy larga, debe proporcionarles un descanso para poder comer algo. Permitir el agua embotellada en el aula también ayuda a cubrir las necesidades fisiológicas de los alumnos sin salir de ella.

En segundo lugar, el educador debe proporcionar seguridad a sus alumnos. Como ya hemos visto, que el aula sea un lugar confortable y seguro, así como que el propio educador transmita seguridad y no miedo, son aspectos esenciales en este segundo escalón de la pirámide.

En tercer lugar, el educador debe vigilar las necesidades sociales entre sus alumnos. Esto puede hacerlo conociendo los grupos de alumnos que inevitablemente se forman en cualquier aula y vigilar si hay algún alumno que se quede aislado del resto. En ese caso, ayudarle a integrarse en algún grupo puede contribuir a cubrir este peldaño de necesidades para ese alumno y que así pueda alcanzar los dos siguientes.

En cuarto lugar, la autoestima y el reconocimiento en el aula son muchas veces necesidades que el educador debe satisfacer directamente. El buen educador debe conocer a sus alumnos y saber en qué destaca cada uno de ellos. Todo el mundo destaca en algo: a uno puede que se le dé bien escribir, a otro dibujar, otro puede ser muy ocurrente, otro puede tener un alto nivel de empatía… El educador debe reconocer abiertamente y en voz alta los puntos fuertes de cada uno de sus alumnos para alimentar su autoestima y que así puedan alcanzar el último peldaño de la pirámide, tan importante para el aprendizaje.

En quinto lugar, la autorrealización solo puede ser alcanzada cuando las necesidades de los demás peldaños están satisfechas. En el aula, la autorrealización implica un aprendizaje mucho más rico y fluido, ya que el alumno que se siente autorrealizado estudiando los contenidos de una materia los estudiará más a gusto y saldrá de su propia voluntad el querer estudiarlos. Es, sin duda, la mejor forma de aprender.

jueves, 15 de abril de 2021

Cociente Emocional (CE)

Se trata de un término muy reciente: fue utilizado por primera vez en la tesis doctoral de Wayne Leon Payne en 1985. Hasta ese momento, se había considerado que las personas inteligentes eran aquellas capaces de resolver con éxito un test de razonamiento y lógica (los clásicos test de CI) y las que disponían de amplios conocimientos académicos de historia, literatura o filosofía.

La aparición de la inteligencia emocional, junto a otras teorías como la de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, fueron abriendo el campo de visión y demostrando que el CE o cociente emocional es mucho más determinante en el éxito académico y profesional de las personas que el clásico CI o cociente intelectual.

Poco después de la tesis doctoral de Wayne Leon Payne, los psicólogos Peter Salovey y John Mayer trabajaron en lo que implicaba el concepto de inteligencia emocional, lo desarrollaron y resumieron en 5 fases las competencias que una persona debe cumplir para ser considerada emocionalmente inteligente:

  1. Autoconocimiento. Es la capacidad de una persona para reconocer las emociones que siente en cada momento, siendo capaz de distinguir entre emociones similares para poder actuar en consecuencia.

  2. Autocontrol. Es la capacidad de una persona para controlar y guiar sus emociones de forma voluntaria, sin dejarse arrastrar por ellas.

  3. Automotivación. Es la capacidad de una persona para motivarse a sí misma y despertar emociones que influyan favorablemente para alcanzar sus propios objetivos.

  4. Empatía. Es la capacidad de una persona de reconocer las emociones en los demás e incluso de sentir lo mismo que los demás sienten.

  5. Relaciones sociales. Es la capacidad de una persona de crear y gestionar relaciones con otras personas, así como de influir en sus emociones.

Teniendo en cuenta estas 5 fases de acuerdo a las inteligencias múltiples de Howard Gardner, podemos establecer el autoconocimiento, el autocontrol y la automotivación como partes de la inteligencia intrapersonal, mientras que la empatía y la generación de relaciones sociales son competencia de la inteligencia interpersonal. El desarrollo eficaz de la inteligencia emocional debe recorrer progresivamente estas 5 fases en el mismo orden en que han sido enumeradas.

Explicado en pocas palabras: un educador debe desarrollar su inteligencia intrapersonal para resolver los conflictos emocionales que surjan en su interior en el momento de la docencia y su inteligencia interpersonal para resolver los conflictos que surjan entre los propios alumnos o entre él mismo y sus alumnos.

martes, 13 de abril de 2021

Teoría del cerebro triúnico

El cerebro humano es el órgano que está formado por 3 sistemas que se fueron desarrollando unos sobre otros a lo largo de la evolución. En 1970, el neurocientífico Paul MacLean, estableció su Teoría del cerebro triúnico para explicar de forma sencilla estos sistemas y su evolución a lo largo de las eras. Según la Teoría del cerebro triúnico, el cerebro humano está dividido en 3 sistemas:

  1. Cerebro reptiliano o sistema instintivo. Se conoce como reptiliano porque, evolutivamente, su origen tuvo lugar en los reptiles, a partir de los cuales hemos evolucionado los seres humanos. Este cerebro nos ayuda a mantener la homeóstasis corporal, es decir, la autorregulación autónoma: respiración, digestión, temperatura corporal... También nos ayuda a ejecutar los mecanismos básicos de supervivencia: lucha o huida. Es decir, realiza las mismas tareas que el cerebro de un reptil. Por último, el sistema instintivo también almacena los mecanismos básicos de nutrición y de reproducción y todo lo necesario para llevarlos a cabo. Estos mecanismos se encuentran almacenados en la memoria genética, es decir, la única memoria que se hereda.

  2. Cerebro límbico o sistema emocional. Los reptiles continuaron evolucionando de distintas formas y, miles de millones de años después, una de sus ramas evolutivas dio lugar a los mamíferos. En los mamíferos se desarrolló un segundo cerebro: el cerebro límbico o sistema emocional. Este sistema permite aprender y construir emociones más complejas como la alegría, el enfado, la tristeza o el amor. En el sistema emocional es donde se desencadenan realmente nuestras emociones propiamente dichas, gracias a la intervención de estructuras cerebrales que se encuentran en él, como la amígdala o el núcleo accumbens.

  3. Neocórtex, corteza cerebral o sistema cognitivo-ejecutivo. Los mamíferos continuaron evolucionando y, millones de años después, apareció la especie más evolucionada de los mamíferos: los primates. A su vez, la evolución de los primates dio lugar a los homínidos y, con ellos, a una tercera capa cerebral llamada neocórtex o sistema cognitivo-ejecutivo. Es la parte más evolucionada de nuestro cerebro actual y la que nos permite razonar, crear, autocontrolarnos, dirigir conductas, concentrarnos, memorizar... También es la parte del cerebro que más energía consume. Y, además, es la parte del cerebro en la que realmente se desarrolla la inteligencia emocional. Por ejemplo, gracias a los lóbulos prefrontales, que son la parte de la corteza cerebral que se encuentra justo detrás de la frente, somos capaces de autocontrolarnos y de no reaccionar de forma violenta ante una persona que hace algo que no nos gusta.

La parte más evolucionada de nuestro cerebro (la corteza cerebral) es la que más volumen ocupa, pero es también la última en obedecer ante los estímulos externos. Si los sistemas instintivo y emocional están en funcionamiento, no podremos usar nuestra parte más evolucionada.

Dicho de otro modo: cuando algún estímulo del entorno amenaza tu supervivencia, tu cerebro responderá obligándote a huir. Esta respuesta es una respuesta instintiva, y mientras tu sistema instintivo está ocupado en procesarla, ni tu sistema emocional ni tu sistema cognitivo-ejecutivo podrán entrar en funcionamiento.

Todo esto implica que el educador debe proporcionar un entorno seguro y confortable para sus alumnos, ya que si sus mecanismos de supervivencia, de lucha y de huida están activados, no podrá realizar ningún proceso de aprendizaje. Por ejemplo:

  • Para evitar que en el momento del aprendizaje entren en funcionamiento mecanismos de supervivencia por parte de nuestros alumnos, debemos cuidar la temperatura del aula, ya que una temperatura demasiado fría o demasiado calurosa activará dichos mecanismos. Además, por supuesto, los alumnos deben sentirse seguros en el aula y con sus necesidades fisiológicas satisfechas.

  • Para evitar respuestas de lucha o huida en nuestros alumnos, debemos procurar que no perciban ningún estímulo que provoque alejamiento o rechazo en sus cerebros, tales como olores desagradables, así como evitar que vean al educador como una amenaza, caso habitual en los educadores agresivos o emocionalmente lejanos. Una vez que la supervivencia está asegurada y el sistema instintivo en reposo, el sistema emocional puede entrar en funcionamiento. Se generan entonces emociones más evolucionadas que los instintos primitivos de supervivencia, tales como el estrés, la tristeza o la euforia. Si te encuentras bajo estrés, triste o eufórico, esas emociones extremas colapsarán tu sistema emocional y no permitirán que tu sistema cognitivo-ejecutivo, tu corteza cerebral, se active.

Es debido a estas emociones por lo que tantas personas se quedan “con la mente en blanco” ante un examen final o ante una conferencia que deben impartir delante de mil personas. Por eso es tan importante que los educadores tranquilicen a sus alumnos antes de cualquier examen o exposición. Se pueden aplicar técnicas de autocontrol emocional y de gestión del estrés.

jueves, 8 de abril de 2021

La comunicación no verbal en el ámbito educativo

Nuestro subconsciente es capaz de analizar 11 millones de unidades de información por segundo a una gran velocidad. En cambio, nuestro cerebro consciente solo puede procesar de 40 a 70 unidades de información por segundo. Esto quiere decir que, si le permitimos a nuestro subconsciente tomar las riendas del análisis de microexpresiones faciales, podremos interpretarlas.

El educador puede utilizar la información proporcionada por el subconsciente para:

  • Detectar emociones en sus alumnos. Las emociones de los alumnos se reflejarán en sus rostros, y el educador podrá verlos y escuchar la interpretación de su subconsciente para elaborar una respuesta adecuada. Por ejemplo, si sus alumnos están aburridos, aunque parezcan atentos y el subconsciente del educador lo percibe a causa de las microexpresiones faciales y las posturas, podrá enviar un mensaje consciente que el educador escuchará y gracias al cual podrá variar de contenido o de método para aumentar el interés en el aula. Es cierto que muchas veces se puede adivinar a simple vista de forma consciente que un alumno está aburriéndose, pero muchas otras, no es tan fácil. En estas últimas, el subconsciente es nuestro aliado.

  • Generar emociones positivas en sus alumnos. Gracias a que cada alumno posee su propio sistema de análisis subconsciente, podrá experimentar emociones motivadoras si el educador comunica adecuadamente a través de su lenguaje corporal. Los alumnos notan cuándo a un educador le apasiona la materia que está impartiendo y, aunque en ese momento no sean conscientes de ello ni del porqué, sus cerebros interpretarán esta pasión y se la contagiarán. Enseñar con pasión es la forma más eficaz de enseñanza.

Otras ramas de la comunicación no verbal que suelen estudiarse y que pueden suponer beneficios para el proceso de enseñanza-aprendizaje son:

  • Háptica. Es la parte de la comunicación no verbal que estudia el contacto físico y las formas de establecerlo. El contacto físico influye en la química cerebral. El educador que sabe utilizar el contacto físico de la forma adecuada (por ejemplo, una palmada suave en el hombro acompañada de las palabras “buen trabajo” y una sonrisa) puede potenciar los efectos del aprendizaje en sus alumnos.

  • La proxémica que ya la detallamos en un post anterior.

  • Cronémica. Es la parte de la comunicación no verbal que estudia cómo afecta el tiempo a la transmisión del mensaje. El cerebro humano interpreta el tiempo de distintas formas en función del entorno. El educador hábil sabrá utilizarlo a su favor si conoce la forma en que afecta a su grupo de alumnos. Por ejemplo, el tiempo que dura una pausa por parte del educador puede determinar el nivel de respuesta y de participación que den los alumnos. Pocas personas se encuentran cómodas en grupo ante un silencio prolongado, y la capacidad de mantenerlo por parte del educador y de no ceder a la presión emocional de llenarlo con más palabras puede ser la diferencia entre unos alumnos participativos y unos alumnos callados.

martes, 6 de abril de 2021

Estructura del pensamiento

Así como un educador debe pensar de forma creativa, también debe ser capaz de pensar de forma lógica y estructurada. Contra lo que se suele creer, creatividad y lógica no están reñidas, sino que son formas de pensamiento complementarias.

Suele decirse que el hemisferio izquierdo del cerebro es el más racional, el que se encarga de la lógica, de las matemáticas y de la lectura, entre otras cosas, mientras que el hemisferio derecho se encarga de la creatividad, el arte y las emociones. Esto no es exactamente así. Si bien es cierto que cada hemisferio cuenta con algunas estructuras y redes neuronales que, en la mayoría de cerebros, tienen mayor actividad en un hemisferio o en otro, cualquier forma de pensamiento activa diversas áreas a lo largo de todo el cerebro. La creatividad y la lógica no son una excepción: ambas activan redes neuronales en ambos hemisferios. Por este motivo no tiene sentido aislar la lógica de la creatividad y viceversa, ya que ambos son procesos compatibles y, de hecho, complementarios.

La estructuración del pensamiento supone la capacidad de mantener organizadas las ideas para poder conducirlas de la forma correcta. De nada sirve una gran idea creativa si no somos capaces de planificar la forma de diseñarla y ejecutarla.

Algunas de las habilidades imprescindibles para cualquier docente respecto a un pensamiento estructurado son:

Análisis: La capacidad de recoger información del entorno, estudiarla y elaborar una respuesta en base a ella. Por ejemplo, un educador que estudia los resultados obtenidos a través de distintas metodologías didácticas y decide variar respecto a aquellas que no están consiguiendo buenos resultados.

Planificación: Tras el análisis, la elaboración de una nueva forma de actuar implica establecer una serie de pasos que permitan llevarla a cabo de la forma correcta. Sin una planificación, muchas grandes ideas se vendrán abajo por tratar de dar un paso antes del que debería ir justo antes. Un ejemplo de buena planificación lo encontramos en aquellos educadores que crean calendarizaciones para implementar su idea en el aula.

Anticipación: La capacidad de adelantarse a los pensamientos y formas de actuar de otras personas es una habilidad que repercute positivamente en el desarrollo de la docencia. Por ejemplo, si un educador es capaz de prever que a sus alumnos les va a resultar difícil de comprender un punto del temario o que se van a aburrir con su explicación, contará con un preaviso que le permitirá adaptar estos aspectos a otra forma de enseñanza.