martes, 13 de abril de 2021

Teoría del cerebro triúnico

El cerebro humano es el órgano que está formado por 3 sistemas que se fueron desarrollando unos sobre otros a lo largo de la evolución. En 1970, el neurocientífico Paul MacLean, estableció su Teoría del cerebro triúnico para explicar de forma sencilla estos sistemas y su evolución a lo largo de las eras. Según la Teoría del cerebro triúnico, el cerebro humano está dividido en 3 sistemas:

  1. Cerebro reptiliano o sistema instintivo. Se conoce como reptiliano porque, evolutivamente, su origen tuvo lugar en los reptiles, a partir de los cuales hemos evolucionado los seres humanos. Este cerebro nos ayuda a mantener la homeóstasis corporal, es decir, la autorregulación autónoma: respiración, digestión, temperatura corporal... También nos ayuda a ejecutar los mecanismos básicos de supervivencia: lucha o huida. Es decir, realiza las mismas tareas que el cerebro de un reptil. Por último, el sistema instintivo también almacena los mecanismos básicos de nutrición y de reproducción y todo lo necesario para llevarlos a cabo. Estos mecanismos se encuentran almacenados en la memoria genética, es decir, la única memoria que se hereda.

  2. Cerebro límbico o sistema emocional. Los reptiles continuaron evolucionando de distintas formas y, miles de millones de años después, una de sus ramas evolutivas dio lugar a los mamíferos. En los mamíferos se desarrolló un segundo cerebro: el cerebro límbico o sistema emocional. Este sistema permite aprender y construir emociones más complejas como la alegría, el enfado, la tristeza o el amor. En el sistema emocional es donde se desencadenan realmente nuestras emociones propiamente dichas, gracias a la intervención de estructuras cerebrales que se encuentran en él, como la amígdala o el núcleo accumbens.

  3. Neocórtex, corteza cerebral o sistema cognitivo-ejecutivo. Los mamíferos continuaron evolucionando y, millones de años después, apareció la especie más evolucionada de los mamíferos: los primates. A su vez, la evolución de los primates dio lugar a los homínidos y, con ellos, a una tercera capa cerebral llamada neocórtex o sistema cognitivo-ejecutivo. Es la parte más evolucionada de nuestro cerebro actual y la que nos permite razonar, crear, autocontrolarnos, dirigir conductas, concentrarnos, memorizar... También es la parte del cerebro que más energía consume. Y, además, es la parte del cerebro en la que realmente se desarrolla la inteligencia emocional. Por ejemplo, gracias a los lóbulos prefrontales, que son la parte de la corteza cerebral que se encuentra justo detrás de la frente, somos capaces de autocontrolarnos y de no reaccionar de forma violenta ante una persona que hace algo que no nos gusta.

La parte más evolucionada de nuestro cerebro (la corteza cerebral) es la que más volumen ocupa, pero es también la última en obedecer ante los estímulos externos. Si los sistemas instintivo y emocional están en funcionamiento, no podremos usar nuestra parte más evolucionada.

Dicho de otro modo: cuando algún estímulo del entorno amenaza tu supervivencia, tu cerebro responderá obligándote a huir. Esta respuesta es una respuesta instintiva, y mientras tu sistema instintivo está ocupado en procesarla, ni tu sistema emocional ni tu sistema cognitivo-ejecutivo podrán entrar en funcionamiento.

Todo esto implica que el educador debe proporcionar un entorno seguro y confortable para sus alumnos, ya que si sus mecanismos de supervivencia, de lucha y de huida están activados, no podrá realizar ningún proceso de aprendizaje. Por ejemplo:

  • Para evitar que en el momento del aprendizaje entren en funcionamiento mecanismos de supervivencia por parte de nuestros alumnos, debemos cuidar la temperatura del aula, ya que una temperatura demasiado fría o demasiado calurosa activará dichos mecanismos. Además, por supuesto, los alumnos deben sentirse seguros en el aula y con sus necesidades fisiológicas satisfechas.

  • Para evitar respuestas de lucha o huida en nuestros alumnos, debemos procurar que no perciban ningún estímulo que provoque alejamiento o rechazo en sus cerebros, tales como olores desagradables, así como evitar que vean al educador como una amenaza, caso habitual en los educadores agresivos o emocionalmente lejanos. Una vez que la supervivencia está asegurada y el sistema instintivo en reposo, el sistema emocional puede entrar en funcionamiento. Se generan entonces emociones más evolucionadas que los instintos primitivos de supervivencia, tales como el estrés, la tristeza o la euforia. Si te encuentras bajo estrés, triste o eufórico, esas emociones extremas colapsarán tu sistema emocional y no permitirán que tu sistema cognitivo-ejecutivo, tu corteza cerebral, se active.

Es debido a estas emociones por lo que tantas personas se quedan “con la mente en blanco” ante un examen final o ante una conferencia que deben impartir delante de mil personas. Por eso es tan importante que los educadores tranquilicen a sus alumnos antes de cualquier examen o exposición. Se pueden aplicar técnicas de autocontrol emocional y de gestión del estrés.

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