miércoles, 14 de junio de 2023

La alimentación escolar

    Desde la nutrición antroposófica, apoyada por la pedagogía Waldorf, se entiende que los distintos alimentos son para trabajar las fuerzas del cerebro y sistema nervioso por un lado, el sistema rítmico (corazón y pulmones) por otro y el sistema metabólico-motor por último.

Cerebro y sistema nervioso
    En el cerebro y en la función nerviosa se apoyan el pensamiento y la capacidad de concentración. La actividad cerebral se basa en el metabolismo del azúcar. A causa del azúcar, el cerebro requiere imperiosamente de un permanente flujo sanguíneo. Pero el azúcar solo puede ser utilizada si la alimentación contiene suficiente vitamina B1. De otro modo se produce un estancamiento en el metabolismo cerebral. Las consecuencias son una deficiente capacidad de concentración. Un gran porcentaje de los escolares tiene deficiencia de vitamina B1. Esta deficiencia se agrava aún más por el consumo de azúcar refinada.
    El cereal y la carne de cerdo son los permanentes proveedores de vitamina B1. También podemos apoyar la actividad neurosensorial a través de una alimentación con raíces como la zanahoria.

Sistema rítmico, corazón y pulmones
    Un sano desarrollo de los órganos torácicos proporciona la base sana para la vida. Cada célula está conectada al flujo del aire. Si ella no recibe la cantidad necesaria de aire o no está en condiciones de recibir el oxígeno correctamente, entonces se produce un fallo funcional. Las causas pueden encontrarse en el entorno con ritmos acelerados, tensiones, angustias... o estar en el tejido celular mismo y deberse a una carencia de fermentos respiratorios. La célula necesita hierro, nuevamente un alto porcentaje de niños ingiere muy poco hierro, lo cual quiere decir que están desabastecidos de fermentos respiratorios. Buenos portadores de fermentos respiratorios son las grosellas, frambuesas o moras que ayudan al niño a realizar correctamente la función celular.
    Por otro lado, el corazón necesita magnesio para su función. Se encuentra en el verde de las hojas de las plantas pero el mejor alimento es el cereal.
    Para apoyar las funciones rítmicas haremos bien llevando al niño a la ingesta rítmica de alimentos. También en la elaboración del plan de comidas hay que atenerse a un cierto orden rítmico. El ritmo de las estaciones del año debe estar claramente expresado en el plan de comidas. En nuestra sociedad acomodada, cada alimento está en cada una de las estaciones durante el año. Por eso, se ha tornado muy poco en cuenta el hecho de que el organismo humano vibra en el ritmo del ciclo anual y por eso requiere de una comida que corresponda a la estación del año.

Sistema metabólico-motor
    Para el desarrollo de este sistema se requiere del aporte del hierro. La ingesta suficiente de hierro se garantiza a través del cereal integral, nueces, almendras, manzanas, albaricoques, ciruelas y melocotones. Entre las verduras encontramos: las espinacas, endivias, brócoli, puerros, perejil, coles de Bruselas, ciboulette y arvejas. Los frutos tienen influencia sobre el sistema metabólico. Para estimular la base orgánica es adecuada la ingesta de cereales, en concreto el centeno.
    Se escucha a menudo la opinión de que el joven necesita una alimentación con carne para estimular sus fuerzas. Esto es un completo error. Lo que en la carne actúa estimulando es el ácido úrico, que se produce durante la desintegración. El ácido úrico actúa como estimulante, similar a la cafeína, pero el estímulo no es un verdadero aumento de fuerzas. Para el joven resulta problemática la excitación, debido a la carne, de la vida de los instintos. Esta última le produce a menudo problemas en la pubertad. Además, no es cierto que sin comer carne el joven no es totalmente eficiente. Él necesita una alimentación fuerte con cereales integrales, productos lácteos, fruta y grasas de calidad. Tiempo atrás, el campesino comía en la mañana su papilla o gachas de centeno y podía realizar un trabajo durísimo durante largas horas. Antes se comía raras veces carne en el campo.

Extraído de Renzenbrink, U. (2022). Alimentación saludable del lactante, del escolar. Alimentación y temperamentos. Buenos Aires: Antroposófica 

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