sábado, 10 de junio de 2023

La concentración de la riqueza

    La concentración del poder económico es mucho mayor de lo que las estadísticas sugieren. La razón está en que para mucha gente la principal forma de riqueza consiste en las 2C: casas y coches. Pero estas formas de riqueza no son verdaderamente importantes. No pueden ser usadas para crear más capital ni para controlar decisiones económicas. Por otro lado, la gente que realiza grandes cantidades de negocios es propietaria de acciones, créditos y bienes reales, posee capital y puede ejercer control sobre aquellos que no lo tienen. Además el hecho de que el 0,5% de la población tenga en su poder el 50% de las acciones de las compañías privadas no nos dice cuánto capital controlan realmente esas personas. Para controlar una gran empresa no se necesita poseer el 51% de las acciones. Como hay muchos inversores privados que son propietarios solo de pequeños paquetes de acciones, inversores que posean un 15% o menos pueden controlar la política de la empresa.
    Según la revista Forbes, las 400 personas más ricas de EEUU son 82 familias. Estos individuos y estas familias tenían en 1983 negocios por valor de 166.000 millones de dólares. Pero cuando estos negocios se dividen en bloques de propietarios de grandes compañías que disponen del 15% o más de las acciones, resulta que no controlan solo los 166.000 millones en los que se calcula su capital, sino 2 billones 213.000 millones de capital, o sea, el 40,2% de todo el capital fijo, privado y no residencial de EEUU.
    Cerca de la mitad de las acciones y de los créditos pertenecen a inversores institucionales, los cuales administran fondos de pensiones, depósitos de garantía y compañías de seguros. Son las grandes compañías, las familias y la gente que controla a estos inversores institucionales los que tienen el poder económico más grande.
    Según un estudio sobre derechos de voto en las principales compañías, la fuerza del voto de los accionistas en 122 de las grandes empresas de Norteamérica se concentraba en 21 inversores institucionales. Estas 122 sociedades tenían un valor de mercado de unos 500.000 millones de dólares y 2,259 compañías subsidiarias y afiliadas, comprendiendo las firmas de mayor entidad en los campos de la industria, finanzas, transporte, seguros, suministros y venta al por menor del país. Los 21 grandes inversores institucionales era, sobre todo, bancos y compañías de seguros como Morgan Guaranty, Citicorp, Bankamerica, Manufacturers Hanover, Bankers Trust, Equitable Life, Prudential Insurance y Chase Manhattan. Cada uno de estos bancos no era solo una de las cinco principales fuerzas de voto de cualquiera de 8 a 56 de las más grandes sociedades anónimas de mayor tamaño, también lo es en Citicorp, Chase Manhattan, Manufactures Hanover y Bankers Trust.
    Es muy posible, por tanto, que un pequeño grupo de individuos y familias ejerzan de hecho una influencia decisiva en las políticas de este reducido pero inmensamente poderoso grupo de sociedades. Algunos de estos individuos y familias son bien conocidos. Además de los Mellon, están los Rockefeller, Du Pont, Ford, Hunt, Pew y Getty. Pero de la capacidad de los superricos para vivir en un mundo aparte da fe el hecho de que los nombres de muchas familias superricas sean completamente desconocidos para el público en general. Los antropólogos, en particular, con sus numerosos estudios sobre los pobres, han descuidado el estudio de las correspondientes pautas de pensamiento y acción de los superricos.

Extraído de Harris, M. (2021). Antropología cultural. Capítulo 16: La antropología de una sociedad industrial. Madrid: Alianza editorial.

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