viernes, 3 de abril de 2020

Pedagogos a lo largo de la historia: Pierre Bovet el psicopedagogo eclipsado

Fue más conocido por su labor institucional que por su trabajo de campo. Quedó eclipsado por las figuras intelectuales de su tiempo como Piaget o Claparede. Se le recuerda como el cofundador del Instituto J.J. Rousseau de Ginebra y por ser un activo colaborador en numerosas y prestigiosas revistas e instituciones. No obstante, la aportación de Bovet al desarrollo de la psicopedagogía moderna fue muy relevante.

Estudió en la academia de Neuchatel para licenciarse en filosofía en la Universidad de Lausana. Más adelante, se trasladó a París e ingresó en la Escuela de Estudios Superiores. Ejerció como profesor de filosofía en el Gymnasium y en la facultad de letras de la universidad de Neuchatel durante 9 años. Llegado este punto, decidió cambiar de aires y puso rumbo a Ginebra donde, junto con Claparede y Frerriere, fundó el Instituto J.J. Rousseau siendo su director durante una década, paralelamente compaginó su trabajo con estudios en letras en la Universidad de Lausana. Fue también profesor en la Universidad de Basilea y editor en revistas psicopedagógicas y desde 1920 profesor de Ciencias de la Educación y Pedagogía experimental en Ginebra. Cinco años más tarde, abandonó el cargo de director del Instituto para fundar y dirigir Bureau International d´Education.

Sus obras más destacadas y que aportan interesantes perspectivas a la psicopedagogía son el Instinto de combate, la psicología del niño y el sentimiento religioso.
Conceptos como el instinto luchador, serán aplicados y desarrollados en su teoría sobre la psicología infantil, buscando el origen o razón de las peleas de los niños, llegando a la conclusión de que los instintos son actos divisibles en movimientos que tienen alguna utilidad para la especie, por lo tanto no son psicológicos sino biológicos.
Para entender este concepto hay que vincularlo estrechamente con otros intereses del propio autor que son el sentimiento religioso y el fenómeno moral. Bovet, realmente suponía que en el niño los instintos se daban en estado puro, libres de connotaciones morales, sociales y culturales, estas últimas condiciones son las que opacan al adulto. En sus ejemplos más clarificables, destaca la agresividad, debido a las limitaciones morales que los niños manifiestan entre los 6 y 12 años de edad.

La introducción de Bovet en el panorama español se dio gracias a su conexión con el Instituto Rousseau, al cual las instituciones educativas españolas comenzaban a mirar con cierto interés por los trabajos en el campo de la psicopedagogía. En la ILE se tradujeron numerosas obras de Bovet y la Junta para la Ampliación de Estudios no tardó en desarrollar un programa para enviar estudiantes a Ginebra con el afán de formarlos en pedagogía y psicología.

Tristemente la original aportación del psicopedagogo suizo en las áreas de pedagogía, psicología infantil y emocional quedó difuminada por el peso de las grandes figuras coetáneas.

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