viernes, 30 de junio de 2023

¿Qué es la biomímesis?

    Del griego bios, vida y mimesis, imitación, es una corriente de pensamiento científico que busca emular la naturaleza como fuente de inspiración y aprendizaje para solucionar problemas del modo en que la naturaleza los ha resuelto por sí misma. No se plantea qué podemos extraer de los organismos y de sus ecosistemas, sino qué podemos aprender de ellos. Gracias a la biomímesis, la ciencia avanza causando el menor impacto en el planeta imitando a la naturaleza. En definitiva, se busca ser más eficiente tanto en materia de recursos como de energía para alcanzar un objetivo mediante la observación de esta. Es como si pusiera a trabajar juntos el mundo de la biología, el diseño, la matemática, la química, la física, la medicina y la creatividad con el objetivo de evolucionar fijándose en la naturaleza consciente de que el resultado no causa un impacto negativo en la misma. Cada organismo ha evolucionado hasta lograr ser perfecto en sí mismo, amoldándose a sus circunstancias, por lo que tan solo se debe estudiar qué adaptaciones ha desarrollado para superara las diferentes adversidades.
    Hay que tener en cuenta que dentro de la ingeniería biomimética el producto resultante va a ser respetuoso con el medio ambiente y con la biodiversidad del entorno, tanto en su producción como en su uso. 
    Veamos algunos ejemplos:
    Jorge de Mestral solía dar largos paseos con su perro. Cuando llegaba a casa le quitaba todas las hierbas que se habían quedado pegadas en su pelaje. Se preguntó por qué esas plantas se adherían a distintas superficies, cogió una muestra y la analizó con el microscopio y descubrió que la superficie estaba repleta de pequeños ganchos. Ahí comenzaron sus investigaciones que terminaron con la patente del velcro.
    La seda de araña tiene una elasticidad que le permite estirarse hasta 20 veces su tamaño, es antimicrobiano, hipoalergénico y biodegradable, y, a igual grosor, es más resistente que el acero. Así, un grupo de investigación de la Universidad de Oxford cree que las propiedades de la seda de araña serán muy beneficiosas en vehículos o en técnicas de cirugía para reparar nervios o tejidos.
    El exoesqueleto de una luciérnaga está compuesto por escamas irregulares que no encajan entre sí. Los bordes afilados de estas escamas dejan escapar más luz y gracias a ello han conseguido aumentar la cantidad de luz en un LED hasta un 55% más.
    Se está trabajando en la creación de un bastón para invidentes basado en la ecolocalización de los murciélagos. Cuando el bastón tiene cerca objetos vibra porque emite ondas de ultrasonido para detectarlos.
    Los búhos pueden tener la solución al ruido del viento en las turbinas eólicas. El secreto está en las plumas de sus alas, que les permite acercarse a las presas sin ser detectado. Al estudiar la acústica del vuelo de este animal, han descubierto que las plumas de sus alas tienen una cubierta suave a lo largo del borde, y una franja elástica y porosa, una especie de pelitos que forman una estructura similar a la de un bosque, y el conjunto de esta estructura hace que el paso del aire se suavice y prácticamente no haga ruido.
    Por otro lado, la biomímesis también se está aplicando a la arquitectura. En Zimbabwe un edificio que posee un sistema de refrigeración pasivo basado en el funcionamiento de los termiteros africanos. Los termiteros están construidos en forma de chimenea. Durante el día el sol los calienta, y por la noche el interior está más caliente que el exterior. Cuando la temperatura exterior desciende, el aire caliente sale de modo natural por la parte superior de la chimenea, lo que atrae el aire frío a través de los numerosos túneles subterráneos y sus salidas.
    La piel de tiburón puede reducir las infecciones bacterianas. Investigadores están desarrollando versiones sintéticas de la piel de tiburón para ser utilizadas en hospitales. Su piel es rugosa como un papel de lija. Eso es porque está compuesta por millones de escamas diminutas y duras que parecen pequeños dientes. El estudio demostró que el material sintético creado contiene un 94% menos de bacterias que una superficie lisa. También la piel de tiburón se ha llevado a los trajes de baño en los campeonatos de natación, lo que permite a los nadadores ir mucho más rápido.
Un escarabajo que sobrevive en el desierto de Namibia, donde solo llueve un promedio de 51mm por año, puede extraer agua de la humedad del aire. Un ingeniero ha desarrollado un proceso de captación de agua de niebla y rocío que, imitando al insecto, podría recolectar desde medio litro a tres litros por hora, dependiendo del entorno.

Extraído de Bona, C. (2023). Educación sostenible. Barcelona: Plaza Janés.

miércoles, 28 de junio de 2023

El hombre moderno y la práctica del amor

    La práctica de cualquier arte tiene ciertos requisitos generales, independientes por completo de que el arte en cuestión sea la carpintería, la medicina, el ajedrez o el arte de amar. En primer lugar, la práctica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una manera disciplinada; cualquier cosa que haga solo porque estoy en el estado de ánimo apropiado, puede constituir un hobby agradable o entretenido, mas nunca llegaré a ser un maestro en ese arte. Pero el problema no consiste únicamente en la disciplina relativa a la práctica de un arte particular, sino en la disciplina en toda la vida. Podía pensarse que para el hombre moderno nada es más fácil de aprender que la disciplina. ¿Acaso no pasa 8 horas diarias de manera sumamente disciplinada en un trabajo donde impera una estricta rutina? Lo cierto, en cambio, es que el hombre moderno es excesivamente indisciplinado fuera de la esfera del trabajo. Cuando no trabaja, quiere estar ocioso. Ese deseo de ociosidad constituye, en gran parte, una reacción contra la rutinización de la vida. Precisamente porque el hombre está obligado durante 8 horas diarias a gastar su energía con fines ajenos, en formas que no le son propias, sino prescritas por el ritmo del trabajo, se rebela, y su rebeldía toma la forma de una complacencia infantil para consigo mismo. Además, en la batalla contra el autoritarismo, ha llegado a desconfiar de toda disciplina racional autoimpuesta. Sin esa disciplina, empero, la vida se torna caótica y carece de concentración.
    La concentración es condición indispensable para el dominio de un arte.  No obstante, en nuestra cultura, la concentración es aún más rara que la autodisciplina. Por el contrario, nuestra cultura lleva a una forma de vida difusa y desconcentrada, que casi no registra paralelos. Se hacen muchas cosas a la vez: se lee, se escuchan podcasts, se habla, se fuma, se come, se bebe. Somos consumidores con la boca siempre abierta, ansiosos y dispuestos a tragarlo todo: películas, bebidas, conocimiento, etc. Esa falta de concentración se manifiesta claramente en nuestra dificultad para estar a solas con nosotros mismos. Quedar sentado sin hablar, fumar, leer o beber, es imposible para la mayoría de la gente. Se ponen nerviosos e inquietos y deben hacer algo con la boca o con las manos.
    La paciencia es necesaria para logar cualquier cosa. Para el hombre moderno, sin embargo, es tan difícil practicar la paciencia como la disciplina y la concentración. Todo nuestro sistema industrial alienta precisamente lo contrario: la rapidez. Todas nuestras máquinas están diseñadas para lograr rapidez: el coche y el avión nos llevan rápidamente a destino, y cuanto más rápido mejor. La máquina que puede producir la misma cantidad en la mitad del tiempo es muy superior a la más antigua y lenta. Naturalmente, hay para ello importantes razones económicas. Pero, al igual que en tantos otros aspectos, los valores humanos están determinados por los valores económicos. Lo que es bueno para las máquinas debe serlo para el hombre, así dice la lógica. El hombre moderno piensa que pierde tiempo cuando no actúa con rapidez; sin embargo, no sabe qué hacer con el tiempo que gana, salvo matarlo. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
    Otra condición para aprender cualquier arte es una preocupación suprema por el dominio del arte. Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará. Seguirá siendo, en el mejor de los casos, un buen aficionado, pero nunca un maestro. Esta condición es tan necesaria para el arte de amar como para cualquier otro. Parece, sin embargo, que la proporción de aficionados en el arte de amar es notablemente mayor que en las otras artes.
    Debemos matizar que no se empieza por aprender el arte directamente, sino en forma indirecta. Debe aprenderse un gran número de otras cosas que suelen no tener aparentemente ninguna relación con él, antes de comenzar con el arte mismo. Si se aspira a ser un maestro en cualquier arte, toda la vida debe estar dedicada a él o, por lo menos, relacionada con él. La propia persona se convierte en instrumento en la práctica del arte, y debe mantenerse en buenas condiciones, según las funciones específicas que deba realizar. En lo que respecta el arte de amar, ello significa que quien aspire a convertirse en un maestro debe comenzar por practicar la disciplina, la concentración y la paciencia a través de todas las fases de su vida.
    ¿Cómo se practica la disciplina? es esencial que la disciplina no se practique como una regla impuesta desde afuera, sino que se convierta en una expresión de la propia voluntad; que se sienta como algo agradable, y que uno se acostumbre lentamente a un tipo de conducta que puede llegar a extrañar si deja de practicarla. 
    ¿Cómo se practica la concentración? la concentración es mucho más difícil de practicar en nuestra cultura. El paso más importante para llegar a concentrarse es aprender a estar solo con uno mismo sin leer, escuchar podcasts, fumar, beber, etc. Sin duda, ser capaz de concentrarse significa poder estar solo con uno mismo y esa habilidad es precisamente una condición para la capacidad de amar. Si estoy ligado a otra persona porque no puedo pararme sobre mis propios pies, ella puede ser algo así como un salvavidas, pero no hay amor en tal relación. Paradójicamente, la capacidad de estar solo es la condición indispensable para la capacidad de amar. Quien trate de estar solo consigo mismo descubrirá cuán difícil es. Comenzará a sentirse molesto, inquieto, e incluso considerablemente angustiado. Se inclinará a racionalizar su deseo de no seguir adelante con esa práctica, pensando que no tiene ningún valor, que es tonta, que lleva demasiado tiempo, y así en adelante. Observará asimismo que llegan a su mente toda clase de pensamientos que lo dominan. Se encontrará pensando acerca de sus planes para el resto del día, o sobre alguna dificultad en el trabajo... Sería útil practicar unos pocos ejercicios simples de meditación. Además hay que aprender a concentrarse en todo lo que uno hace, sea escuchar música, leer un libro, hablar con una persona, contemplar un paisaje, etc. En ese momento, la actividad debe ser lo único que cuenta, aquello a lo que uno se entrega por completo. Si uno está concentrado, las cosas toman una nueva dimensión de la realidad, porque están llenas de la propia atención. Concentrarse en la relación con otros significa fundamentalmente poder escuchar. La mayoría de la gente oye a los demás, y aun da consejos, sin escuchar realmente. No toman en serio las palabras de la otra persona, y tampoco les importan demasiado sus propias respuestas. Resultado de ello: la conversación los cansa. Estar concentrado significa vivir plenamente en el presente. Es imposible aprender a concentrarse sin hacerse sensible a uno mismo. Nuestra voz interior nos dice, por lo general inmediatamente, por qué estamos angustiados, deprimidos, irritados...
    ¿Cómo se practica la paciencia? el mejor ejemplo nos lo da la observación de un niño que aprende a caminar. Se cae, vuelve a caer, una y otra vez, y sin embargo sigue ensayando, mejorando, hasta que un día camina sin caerse.

Extraído de Fromm, E. (1959). El arte de amar. Barcelona: Paidós.

martes, 27 de junio de 2023

¿A qué llamamos innovación educativa?

    En mi primera publicación impresa en papel, El maestro en Sanabria: de las Misiones Pedagógicas a la represión franquista, abrí la veda a la reflexión sobre a qué llamamos innovación educativa.  Mi libro se centra en una pequeña porción de estudio de la educación republicana y la dictadura franquista. Claramente, se puede percibir cómo a comienzos del siglo XX se sentaron las bases y fundamentos en Europa de lo que hoy en España estamos recuperando y vendiendo como innovación. Pero esos conceptos ya existían. Simplemente, los hemos desempolvado. En el post de hoy, apoyados en otros escritores, pedagogos y maestros, reforzaremos esta idea.
    Siempre que se abre este debate, debemos hacer una reflexión sobre qué se considera tradicional y qué significa innovación. Normalmente, tendemos a asociar escuela tradicional con las prácticas educativas que llevan tiempo entre nosotros. Bajo mi punto de vista, por lo estudiado y abordado en mi obra, esto se produce por una mirada desde el franquismo. Este tipo de praxis, tiene como características principales: la transmisión y acumulación de conocimientos, ser reproductiva (los alumnos repiten lo que se les pide para demostrar que adquieren esos conocimientos) y es memorística. Se vincula también a la educación instrumental cuyo fin quedaba relegado a formar seres empleables, donde lo que primaba era la enseñanza utilitaria para desempeñar un trabajo. (Véase: El falso principio de nuestra educación. Max Stirner). Comprender la historia del ser humano nos ayuda a interpretar de dónde venimos y analizar hacia dónde nos dirigimos, permitiéndonos aprender de nuestros errores y repetir nuestros éxitos.
    Por otro lado, innovación engloba todas las experiencias que rompen con estos parámetros y suponen un cambio en el proceso y resultado. Muchas veces se asocia con la introducción de la tecnología en el aula: pantallas, nuevos equipos, programación, robótica... Pero como veremos más adelante, con ejemplos de pensadores y autores que nacieron sin tecnología, nos daremos cuenta de lo afín que es su pensamiento a lo que hoy llamamos innovación. La innovación es mucho más que introducir tecnología, es la educación del ser humano de forma integral, holística, teniendo en cuenta razón y emoción, sociedad e individuo, mejora a nivel individual y colectivo...
    La resistencia al cambio puede darse por no ver la necesidad de cambio en sí mismo, puede que veamos necesaria una transformación, pero no en nosotros mismos, sino en los demás porque no se ajustan al sistema del que formamos parte. Puede que sea miedo a lo desconocido o quizá esté asociado al miedo por la pérdida de una posición de dominio, de nuestra seguridad, de la realidad cómoda que conocíamos o puede que nos preocupe si vamos a hacerlo bien con un nuevo sistema. Es paradójico pretender educar a la infancia y prepararla para un cambio y que nosotros nos resistamos al mismo.
    Continuamente tendemos a dicotomizarlo todo: jornada partica o continuo, bilingüismo o trilingüismo, deberes sí deberes no, escuela tradicional o innovación... Esas divisiones salen de la mente de adultos; lo que necesitan y quieren los niños es aprender. En este sentido hay cosas que funcionaban hace muchos años y que funcionarán dentro de otros tantos, como veremos a continuación. La distinción no debe centrarse entre lo nuevo y lo viejo, sino entre lo eficaz y lo irrelevante.
    Séneca nació en el año 4 a.C. en la actual Córdoba. Propugnaba el retorno a lo esencial para lucha contra la pérdida de valores. La pedagogía elaborada por él tiene por objetivo la formación vital del ser humano. Proponía que la enseñanza y la educación tuvieran un fin práctico.
    Comenio nació en 1592. Se le considera el fundador de la pedagogía moderna. Propuso un programa para hacer amena y no tediosa la educación, y lo llamó Pampaedia o Pansofía que significa educación universal, se debe enseñar a todos. Defendió que el estudio tenía que ser completamente práctico, completamente grato, de tal manera que hiciera de la escuela una autentica diversión, es decir, un agradable preludio de nuestra vida. También, la escuela debía centrarse no solo en la formación de la mente sino de la persona como un todo, lo que incluiría la instrucción moral y espiritual. El centro del sistema escolar no era el maestro, sino el alumno.
    Rousseau nació en 1712. En su obra Emilio o De la educación, considerada todavía hoy uno de los textos fundamentales de la pedagogía moderna, afirmaba que la educación es el camino para formar ciudadanos libres e íntegros, con sus derechos y deberes y preparados para participar en la sociedad. Su filosofía educativa enfatiza el hecho de que los niños tienen sus propias motivaciones acordes a su etapa de desarrollo, y que es más importante desarrollar su comprensión del mundo que la acumulación de conocimiento. En sus propias palabras: Le acostumbráis a que siempre se deje guiar; a que no sea otra cosa más que una máquina en manos ajenas. Queréis que sea dócil cuando es pequeño y eso es querer que sea crédulo y embaucado cuando sea mayor.
    Pestalozzi nació en 1746. Defendía la individualidad de los niños, consideraba fundamental que se favoreciese un aprendizaje basado en lo que fuera práctico en su vida diaria. Aspiraba a conseguir la reforma de la sociedad desde una educación que procurase una formación integral, más que la mera imposición de determinados contenidos. De ahí, enfatizaba la necesidad de que los maestros se preparasen para lograr un desarrollo integral del alumno, más que implantar conocimientos. Una de sus máximas fue: Un niño que no se siente querido difícilmente puede ser educado. Nuestra influencia llega solo adonde llega nuestro amor.
    Fröbel nació en 1782. Para este autor, la educación comienza en la niñez, de ahí la importancia del juego. El niño es capaz de introducirse en el mundo de la cultura, la sociedad, la creatividad y el servicio a los demás por el juego. La educación en la etapa de infantil debe darse en un ambiente de amor y libertad. En 1840 acuñó el termino Kindergarten o jardín de infancia para referirse a este sistema de enseñanza fundado en el juego.
    Tolstói nació en 1828. Es más conocido como literato que como pedagogo, pero en Rusia tuvo su repercusión educativa. Creció en una familia aristocrática, repartió sus propiedades entre los campesinos y se dedicó a la educación del pueblo, poniendo en práctica sus teorías pedagógicas antiautoritarias. Leyó varias obras especializadas en la materia y contactó con varios profesionales de la docencia. En 1857 viajó por Europa para conocer la cultura occidental y las ideas pedagógicas que se estaban aplicando. Sus ideas renovadas y su pasión por la educación pudieron ponerse en práctica en su Escuela de Yásnaia Poliana, que fundó en 1859 para los niños campesinos, donde la enseñanza era gratuita. Fue una de las primeras experiencias de escuela libertaria. La metodología y el fin de la educación era la libertad. Algunos de sus contemporáneos, pedagogos de profesión, pusieron en duda su contribución, criticaron la escuela fundada por él y le quitaron toda credibilidad. No obstante, la historia de la pedagogía contemporánea demuestra la gran importancia de su intervención. Pese a su fama como novelista, él atribuía más valor a sus trabajos educativos que a los artísticos. En sus años como docente dijo: Fueron los momentos más felices de mi vida... cuando supedité toda mi vida al servicio de la gente. Sobre la concepción del niño escribió lo siguiente: Mirad al mismo niño en casa, en la calle y en la escuela: poco antes habías visto una criatura llena de vida, feliz, curiosa, de ojos risueños y con una sonrisa en sus labios que trata de saberlo todo, que expresa sus ideas con claridad y firmeza en su propia lengua; luego veréis a una criatura hermética, con expresión de cansancio, miedo y tedio, que repite solo con los labios palabras extrañas, en una lengua extranjera; una criatura cuya alma, como un caracol, está cerrada en su concha. Basta con comparar estos dos estados para decidir cuál es el más ventajoso para el desarrollo del niño.
    Giner de los Ríos nació en 1839. Fue pedagogo, filósofo y ensayista español. Educar en el amor a la naturaleza, la ciencia, los deportes, las artes; educar para ser autónomos y que niños y niñas puedan pensar por sí mismos; que el mundo y la escuela sean uno... Todo eso que ahora puede verse como algo tan moderno o innovador, era la base de las ideas de Giner de los Ríos. Fundó la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Creó también una escuela de Primaria. Sustituyó los exámenes por la observación, los trabajos o el conocimiento de los alumnos. También era un pilar fundamental las excursiones a museos o visitas a la naturaleza. Defendía la supresión del estrado del maestro, así como de los bancos y gradas de las antiguas aulas, y sustituirlos por la disposición en torno al profesor, un círculo de escolares activos que piensan, hablan, discuten, se mueven, están vivos. Fundó la Junta de Ampliación de Estudios que era la primera agencia de innovación y renovación del sistema educativo español, promovía viajes al extranjero para visitar centros docentes innovadores. Como campaña contra el analfabetismo crearon las Misiones Pedagógicas, cuya función era dejar bibliotecas en las escuelas rurales y ayudar a sus maestros a valorar los nuevos avances técnicos y pedagógicos para que pudieran desempeñar mejor su trabajo. Giner se ocupó de conocer los progresos obtenidos por otras naciones, de aplicarlos a la situación española, intentando adaptarlos a nuestro genio y circunstancia. La expresión educar seres humanos completos y no solo instruir, resume la esencia de su pensamiento.
    John Dewey nació en 1859. Fue filósofo, psicólogo y pedagogo. Contrastó sus estudios sobre educación en la famosa escuela laboratorio de carácter experimental llamada Escuela Dewey, en la universidad de Chicago. Dewey concebía la escuela como un espacio de producción y reflexión de experiencias relevantes de vida social que permite el desarrollo de una ciudadanía plena. Estaba convencido de que el ser humano aprende cuando se enfrenta a situaciones problemáticas que se dan en actividades que le interesan. Sus argumentos provocaron enfrentamientos con los defensores de una educación tradicional centrada en el programa. Tampoco estaba de acuerdo con los que pensaban que había que seguir exclusivamente el interés del niño. Es necesario unir los intereses de los niños y la experiencia acumulada por la humanidad. La función de los docentes sería aunar ambos puntos y proporcionar conocimientos teóricos y prácticos con el fin de ofrecer las condiciones necesarias que estimulasen y desarrollasen las facultades de los alumnos para que ellos mismos llegasen a sus conclusiones. Una de sus máximas era: Cuando el niño entiende la razón por la que ha de adquirir un conocimiento, tendrá gran interés en adquirirlo.
    Cecil Reddie en 1889 fundó la Escuela Nueva. Según su filosofía, el proceso educativo debería dirigirse a todas las dimensiones de la persona, no solo a su intelecto. Se le da importancia al arte, a la educación física, al desarrollo afectivo... Esta pedagogía centra el interés en el niño y en el desarrollo de sus capacidades. Parte de la esencia de esta filosofía es preparar al niño para que viva en sociedad. Su método educativo se basa en que el alumno tenga experiencias directas, que se le plantee un problema auténtico, que se estimule su pensamiento, que posea información y haga observaciones; que las soluciones se le ocurran a él y que tenga la oportunidad de comprobar sus ideas. No existen los libros como tales, sino que se dan pautas de trabajo y maestros y alumnos van construyendo los contenidos a partir de los intereses y motivaciones de estos últimos.
    Ovide Decroly nació en 1871. Su École de l´Ermitage nació bajo el lema: Escuela para la vida y a través de la vida. Introdujo los centros de interés, aquellos temas que llaman la atención de los alumnos y que son necesarios para su uso cotidiano. Fue perfilando su teoría sobre la globalización en la enseñanza que le ayudaría a entender una escuela nueva que impulsaba la idea del alumno como protagonista de su propio aprendizaje.
    Édouard Claparède nació en 1873. Fue psicólogo y pedagogo. Su principal preocupación pedagógica fue la de conseguir una escuela activa en la que primara la necesidad y el interés del niño. Claparède tomó las ideas y conceptos de la psicología y los aplicó a la pedagogía; así, propuso que los maestros aprendieran a observar a sus alumnos y prepararan las clases a partir de esas observaciones.
    María Montessori nació en 1870. Su formación en medicina la llevó a preocuparse por la investigación psiquiátrica para aplicarla a la educación especial. Diseño un novedoso entorno de aprendizaje para acomodarlo a su nivel de desarrollo y a su tamaño físico, con mesas, sillas, estanterías y materiales específicos. Niños y niñas se convierten así en el centro de toda la toma de decisiones para la educación, y se implica a las familias en la educación de sus hijos. 
    Bertrand Rusell nació en 1872. Su visión parte de la humanidad como un todo. Por ende, la educación debe ir dirigida a vivir en sociedad, el fomento de los aspectos más constructivos del ser humano y la preocupación por la dignidad y por la libertad de cada individuo es lo que caracterizan su obra. Afirmó que: El medio escolar es uno de los factores más importantes para la formación del carácter... Quien desee fundar una buena escuela tiene que pensar en el carácter del grupo social que va a crear más que en ningún otro factor. Trató de combinar todo lo bueno de la educación clásica con la moderna, el estudio de la historia con las ciencias aplicadas, la razón con la emoción, la pasión con la inteligencia, el conocimiento con la responsabilidad, la realidad con la imaginación.
    Gabriela Mistral nació en 1889 participó activamente en la educación de su país (Chile) y de México, donde colaboró en la reforma educativa. La educación, según su pensamiento, debe transmitir todos los conocimientos científicos, humanísticos, prácticos y técnicos para la formación integral de los alumnos, y tiene que formar en valores, esenciales para la convivencia en paz y en armonía social. Opinaba que las escuelas debían ser democráticas, con la participación de los alumnos, los maestros y las familias. Su idea de educación estaba centrada en el desarrollo y la protección de los niños.
    Vigotsky nació en 1896. Sostenía que los niños desarrollan su aprendizaje por interacción social: van adquiriendo nuevas habilidades a medida que interiorizan las estructuras de pensamiento y de comportamiento de la sociedad que los rodea. Su concepto de zona de desarrollo próximo hace referencia a un grado de conocimiento que se sitúa en un nivel inmediatamente por encima de aquel que posee el que está aprendiendo.
    Freinet nació en 1896. Fue uno de los referentes más importantes de la pedagogía moderna y popular. Entendía la educación escolar como parte de la vida, y no como una preparación para ella. El hecho de observar a sus alumnos le hizo ser consciente de que la escuela no respondía a las necesidades educativas de los estudiantes. En su clase, los niños se organizaban en asambleas que sirven para regular la vida del grupo, revisar el trabajo, proponer proyectos y tomar decisiones; en la biblioteca, consultan libros, monografías, artículos de prensa y archivos fotográficos; elaboran textos libres que los imprimen y forman parte de la revista o periódico escolar. Hablar de la imprenta en la escuela, de la correspondencia entre alumnos o de la cooperativa escolar, y  de la imperiosa necesidad de salir del aula para ir a buscar la vida en el entorno, es hablar de Freinet.
    Piaget nació en 1896 descubrió que existen diferentes estadios de desarrollo en los niños.
    Loris Malaguzzi nació en 1920, es conocido por el método Reggio Emilia en Educación Infantil. Todo su pensamiento engloba la cultura, los derechos de la infancia, el respeto y la comunicación democrática, la construcción del conocimiento a través del diálogo de los infantes con su entorno, la sociedad, la cultura y las personas que los rodean.
    A veces asociamos la innovación con lo tecnológico, y, sin embargo, en muchas ocasiones se acerca más a una invitación a mirar a lo esencial, a las raíces. Hemos visto diferentes ejemplos y cómo se enfrentaron a los paradigmas instaurados en el momento para fomentar un cambio. La educación también es una ciencia y como ciencia tiene unos paradigmas y perjuicios donde los científicos educativos, que no encajan o aceptan esas normas impuestas, desafían los moldes prestablecidos para provocar el cambio de mirada y pensamiento. Es decir, intentar romper las nociones más arraigadas es necesario para no postergar sobre los propios prejuicios. Si queremos avanzar, las grandes revoluciones vienen de romper los prejuicios previos. Las grandes revoluciones han surgido de personas rebeldes, radicales, personas que no encajan en los paradigmas. Romper prejuicios es importante porque las cuestiones básicas son cuestiones fundamentales tan arraigadas en nuestra cultura que son muy difíciles de romper y con nuevas propuestas se beneficia generando alternativas y cambio.

Adaptado de: Bona, C. (2021). Humanizar la educación. Barcelona: Plaza Janés.

viernes, 23 de junio de 2023

Fast fashion

    Hace unos años traje una reflexión sobre los cursos express de enseñanza de idiomas que apodé como fast educación en el que abordaba el falso principio del proceso de enseñanza-aprendizaje. Como todo gira en torno a producir títulos sin conocimiento y a engullir y vomitar los conceptos incorporados mecánicamente.

    Hoy traemos un nuevo concepto fast fashion con el objetivo de tomar conciencia y crear un cambio de hábitos. El concepto de moda rápida surge con la comercialización de enormes volúmenes de productos que los consumidores pueden adquirir a precios asequibles. Llevamos unos años instalados en una dinámica, en el campo de la moda o de vestir, que afecta al medioambiente aparte de a nuestros bolsillos. Una forma de consumo en la que las prendas y tendencias cambian a la misma velocidad a la que cambian los gustos de los consumidores y viceversa. Se une la necesidad de la innovación en el mundo de la moda a la tendencia del consumidor de comprar y desechar compulsivamente. No hay que pasar por alto el factor social, que tiene un peso notorio en la maquinaria de la ropa. El pensamiento instaurado en el colectivo social es: "Nadie quiere ser visto o fotografiado con las mismas prendas". 

    El impacto ecológico de esta industria es terrible. Producir una camisa de algodón consume 2.700 litros de agua, y la industria textil genera el 20% de la contaminación industrial del agua. Nos damos cuenta del alto consumo de recursos naturales, la utilización de productos químicos y la generación de vertidos y emisiones que causa. Se encuentra entre las más contaminantes del mundo y se ha vuelto increíblemente derrochadora y perjudicial para el medioambiente.

Extraído de Bona, C. (2023). Educación sostenible. Barcelona: Plaza Janés.

jueves, 22 de junio de 2023

Equipos multidisciplinares

    Un equipo formado desde diversas corrientes y sobre todo desde diversos pensamientos y visiones, aporta una visión mucho más completa que si nos limitamos a observar desde nuestro lugar, por muchas certezas que podamos tener de lo que vemos y el modo en que lo vemos es la mejor de las opciones contar con otros puntos de vista.
    Una herramienta fundamental es aprender a trabajar en equipo, esto es flexibilidad. A esta se une otro elemento con el que tiene una relación muy estrecha: predisposición para el cambio. Si a eso se le une que entre los elementos del equipo hay confianza y que todos están de acuerdo en que hay que ver las dificultades como retos, los cimientos de ese equipo serán realmente sólidos.
    Exponer los puntos de vista divergentes al resto generará unas diferencias que serán, precisamente, lo que proporcione riqueza al resultado. Y entre esos diferentes criterios están también conocer qué roles hay en un equipo para encajar mejor las piezas. Estos roles no son inamovibles. Todos son necesarios y cumplen una función clave en el propósito del equipo.
    El líder será quien dirija por dónde discurrirán las acciones del equipo. No impone, sino que sabe sacar lo mejor de los demás; es una persona resolutiva y sabe manejar los recursos existentes. Tiene facilidad para conectar, y la capacidad de escuchar es una de sus mejores virtudes. Para liderar es necesario una gran capacidad de reflexión.
    El creativo es una persona con gran capacidad para generar ideas, aunque muchas de ellas puedan parecer ilógicas. Eso es precisamente lo que nos ayuda a romper barreras cuando nos quedamos bloqueados y permite resolver problemas. Esta persona, por contra, suele perder el interés pronto y no siempre está dispuesta a asumir detalles prácticos ni reglas.
    El experto posee conocimientos especializados del tema que se está tratando, pero, en ocasiones, puede costarle aceptar opiniones de los demás porque esa experiencia pesa demasiado.
    El positivo siempre viene bien en un equipo: es esa persona que anima, que promueve el espíritu de equipo, que quita hierro a las disputas y que siempre se muestra colaboradora.
    El crítico pone pegas a lo que se va proponiendo. Su opinión puede ser muy útil para tener los pies en el suelo y buscar los "peros" del proyecto.
    El organizador su contribución se dirige a la planificación con un gran sentido práctico. Cierto es que a veces le cuesta aceptar ideas nuevas y es algo que ha de saber pulir. Tiene que ser una persona flexible que sabe delegar.
    El analista mientras todos dan ideas, ellos analizan todo lo que se dice y buscan pros y contras. Su reflexión puede ser la pieza que falte para conseguir una visión global del trabajo. Normalmente, suelen ser bastante tímidos.

Extraído de Bona, C. (2021). Humanizar la educación. Barcelona: Penguin Random House.

miércoles, 21 de junio de 2023

La gran olvidada de la educación

    La sociedad ha sido tremendamente injusta con la etapa de Educación Infantil. No ya porque tiene mucho mérito estar con niños pequeños día tras día sino porque su trabajo y contribución son esenciales para que la educación tenga una buena base. Se suele decir que la universidad es la etapa más importante en la formación de una persona, y esa afirmación es casi cierta. Según los neurólogos, los primeros años de vida conforman una etapa crucial en el desarrollo del cerebro. Es el momento que más influye en nuestra vida. Durante estos años se sientan las bases de nuestra personalidad, de nuestra identidad, se define lo que más adelante seremos como adultos y adquirimos los principios que determinarán nuestra conducta individual y social. Es el tiempo de experimentar, de descubrir el entorno y comenzar a relacionarnos con este y con otras personas, de conocernos, de ir adquiriendo autonomía.

    Siempre ha habido una cascada de peticiones, y siempre la presión se ejerce hacia abajo: de Bachillerato a Secundaria; de Secundaria a Primaria; y de esta a Infantil. E indefectiblemente se repite el mismo patrón: se exige que pasen con ciertos contenidos que deben haber adquirido en cada etapa. Se piden resultados, pero sería interesante plantearnos qué hemos de pensar cuando hablamos de resultados. Lo que parecería lógico sería seguir construyendo desde la base, no desde el tejado. Para eso deberíamos invertir el sentido de las peticiones, empezar a escuchar mucho más a las primeras etapas y aplicar lo que se hace en estas para mantener la continuidad.

    Un símbolo de Infantil son las asambleas. Siempre comentamos la importancia del diálogo, de tener tiempo para conocerse, de compartir, y la asamblea es la llave para conseguir todo esto. ¿Por qué no se hacen asambleas en Primaria, Secundaria y Bachillerato? ¿Por qué no se hacen en la universidad, para que los futuros docentes salgan aprendidos?

    Conseguir que sean autónomos, favorecer su desarrollo físico, intelectual, afectivo y social, que desarrollen sus capacidades afectivas, enseñarles a que expresen sus emociones con diferentes lenguajes o a que sepan relacionarse con el mundo, son otros objetivos que podríamos prolongar de Infantil a otras etapas.

    El paso de Educación Infantil a Primaria muchas veces genera fricciones debido a que se centra el foco en sus habilidades lectoescritoras. Parece que la única misión de infantil es que salgan con un lápiz en la mano, olvidando todas las competencias en las que educan día tras día. Cada niño tiene su ritmo, la maduración se presenta en distinto tiempo y de diversas maneras en unos niños y otros. Entender que cada niño tiene un ritmo de aprendizaje es uno de los grandes regalos que les podemos hacer. Por eso es clave empezar a desterrar las comparativas entre niños.

    La Educación infantil es un complejo mundo de todo menos fácil, y no basta con que te gusten los niños. Los niños a esas edades exigen de toda tu atención, y requieren respuestas inmediatas. Con cada respuesta, con cada enseñanza, estamos forjando su carácter. Desde las demás etapas debemos comenzar a mirar hacia abajo para crecer, las administraciones han de reconocer la labor que se lleva a cabo con estos niños y la sociedad debe valorar todo lo que se hace en los primeros años. No nos engañemos: Infantil es mucho más que rellenar cuatro fichas, hacer manualidades o celebrar la fiesta de la primavera. Es manipular, probar, tocar, fallar, volver a intentarlo, interiorizar las normas de convivencia, aprender a resolver problemas cotidianos, dibujar su propio mundo, crear su propio mundo... La mayoría de esos aprendizajes los adquieren jugando. El juego es la herramienta con la que niños y niñas aprenden; jugar forma parte de su esencia. Ahora bien, decir que en Infantil se pasan el día jugando es no entender de niños o entender muy poco de educación.


Extraído de Bona, C. (2021). Humanizar la educación. Barcelona: Penguin Random House.

martes, 20 de junio de 2023

Política, educación y filosofía

    Decir que la educación y política son entes separados es alejar el pensamiento de la realidad actual: leyes de educación, formación y gestión de profesorado, presupuestos dedicados, decisiones en torno a la escuela pública, concertada o privada, planes de estudio, modelos de escuela o el deseado pacto educativo son algunos de los elementos que, indefectiblemente, unen política y educación. Así, lo queramos o no, la educación está asociada a la política, de momento, en ese sentido. Sin embargo, aunque las personas que gobiernen o las que estén en la oposición quieran proyectar sobre ella unos ideales propios, la educación ha de mantenerse inalterable, atendiendo a lograr fines que están por encima de cualquier interés partidista.
    Visto que no parece fácil implementar cambios en educación sin la injerencia de la política, necesitamos entender el concepto de esta y buscar nexos que nos lleven a buen puerto. Haremos un repaso rápido por la historia para encontrar estos puntos de unión.
    El deseo de Platón fue que los filósofos gobernaran. Aristóteles, en la Política, entendía al ser humano como el zoon politikon, el animal político, es decir, el que se socializa. En este sentido, para el filósofo formar parte de la polis (ciudad) y tener cierta actividad política es lo mismo porque la relación con la sociedad es algo inherente a la naturaleza del ser humano. Además, para Aristóteles, el fin de la política es buscar el bien común, como también defendió Platón antes, incluía la justicia, la paz, la igualdad o el bienestar para todos los ciudadanos.
    Santo Tomás de Aquino hablaba de una "autoridad" que ha de pensar en todos: "La pluralidad solo puede vivir como sociedad cuando uno preside y cuida del bien general". Esta referencia establece una relación entre el bien común y la autoridad que nos lleva a un término asociado al maestro y que hace que el camino docente confluya con el de gobernante: "autoridad" tiene su origen en la noción latina auctoritas, posición de preeminencia en un determinado ámbito que se tiene como consecuencia de haber crecido, en cuanto a prestigio y experiencia. Eso lleva a que otras personas te respeten porque reconocen tu valía. Esto puede aplicarse tanto a la docencia como a la política.
    Kant opinaba que sería beneficioso para los Estados que al menos las personas que se dedicaran a gobernar escuchasen a los filósofos. En su obra Sobre la paz perpetua, reclamaba la necesaria unión entre política y moral como unión indispensable para gobernar. Escribió: "No puede haber, por tanto, disputa entre la política, como aplicación de la doctrina del derecho, y la moral, que es la teoría de esa doctrina". En este ensayo publicado en 1795, esboza buenas ideas sobre una interdependencia necesaria tanto entre los individuos como entre los países, y es interesante cómo establece una lucha entre cooperación y poder en la que la cooperación debe vencer.
    A Maquiavelo se le considera el padre de la ciencia política moderna. En su obra habla de la búsqueda del poder por el poder mismo, separándolo, si es necesario, de la moral. Resulta sorprendente que, vista la narración sobre la ambición del poder sin escrúpulos, se tomara como manual político de la modernidad. Sus pensamientos plasmados en El príncipe, no eran la expresión de cómo le gustaría que fuera el poder, sino de cómo vio el uso del mismo en la realidad que le había tocado vivir.
    La tendencia dominante en la política actual a nivel global se aleja mucho de estos pensadores. Más allá de que no se pueda generalizar, lo que predomina en la actualidad son mensajes que alejan a unos de otros y que, buscando el desprestigio de las fuerzas contrarias y ganar batallas egocéntricas, alejan también a las personas a las que supuestamente representan. No necesitamos analistas y asesores de comunicación no verbal que les indiquen qué hacer para aumentar credibilidad; necesitamos diálogo, acercamiento, honestidad. Necesitamos una actitud conciliadora, un paso hacia el consenso y no esa conducta beligerante continua que no hace sino inflar la crispación de la sociedad. Porque las personas que se dedican a la política educan. Si la educación ha de tender hacia la convivencia, hacia la tolerancia, hacia los valores universales, es también acción necesaria de la educación lanzar un mensaje a los que gobiernan para que recuerden sus palabras o sus actos no solo los representan a ellos mismos o a los ideales de su partido, sino a toda la sociedad.
    Julio Ferreras catedrático y gran educador en una entrevista se atrevió con la siguiente frase: "Una mala política es el fruto de una ausencia de educación, y una mala educación es la consecuencia de una política fallida". Por eso la educación necesita de la política como la política necesita de la educación. Ver cómo los que nos representan no saben llegar a acuerdos también es muy mal ejemplo para todos los ciudadanos. Y que sus posturas estén aún más alejadas cuando se habla de educación es algo que no deberíamos perdonarles. Pero descubrir lo poco que esta significa para las personas que van a representarnos provoca una sensación de desesperanza que solo se cura recordando que hay miles de docentes que, a pesar de todo, ofrecerán su mejor versión para sacar lo mejor de niños y niñas. En los últimos debates electorales, a la educación se le ha dedicado 30 segundos. 
    Ante tal coyuntura, resulta casi utópico pensar que las élites políticas dejarán de lado sus desavenencias y se sentarán para llegar a acuerdos en educación. Ahora bien, para llegar a un acuerdo del tipo que sea no basta con aplaudir el acercamiento: hay que saber qué se acuerda, qué gustaría conseguir y a qué se estaría dispuesto a renunciar. Llegar a consenso supone proponer y ceder, construir algo con quien no siempre has de estar de acuerdo, entendiendo que la flexibilidad y el diálogo son esenciales para avanzar. Todo el mundo parece convencido de que se necesita un pacto social y educativo. La duda que me surge es si realmente nuestra sociedad está mentalizada para ese cambio, si está convencida de que la evolución es necesaria.
    Y es precisamente la acción de pensar en los demás a la vez que en ti mismo, lo que acerca la educación a la política, pero a aquella política que propugnaban los filósofos. Porque política es participar en la vida y en la sociedad, interesarse por lo que sucede alrededor, tomar parte con educación y ética. Por eso la educación no puede ser neutral, y esto no significa tender hacia una ideología u otra ni apropiarse de valores universales y hacerlos tuyos a conveniencia. Ahí está nuestro compromiso de abrir las puertas de las escuelas a todos los temas que vivimos fuera de ellas, porque las escuelas han de ser la vida misma. En el arte de educar no pueden faltar el respeto y la tolerancia hacia todas las opiniones ni la participación en el mundo en el que vives. La escuela es mucho más que el lugar donde se aprende matemáticas, lengua, inglés... La escuela es la oportunidad de crecer en sociedad, de aprender de los otros, de compartir, de dialogar.
    Un país es sano y maduro cuando le da importancia a la educación más allá de las ideologías. Si la élite política no la considera fundamental, tendrá que volver a la escuela para entenderlo.

Extraído de Bona, C. (2021). Humanizar la educación. Barcelona: Penguin Random House.