La pedagogía de apoyo Waldorf plantea que detrás de las dificultades de aprendizaje subyacen procesos no superados en algunas de las etapas evolutivas del niño, desde el nacimiento hasta los siete años.
Un desarrollo equilibrado permite al niño adquirir una correcta orientación espacial exterior e interior, la adquisición del esquema corporal, una lateralidad correctamente definida, un buen desarrollo de los sentidos del tacto, equilibrio y movimiento propio, una correcta integración del sistema corporal y la superación de los reflejos. Todos estos aspectos tienen una relación muy estrecha con las capacidades necesarias para aprender a leer, escribir y calcular, y por tanto es necesario prestar mucha atención a la situación en que se encuentra el niño respecto a los mismos.
A través de una observación minuciosa del niño con dificultades en el aprendizaje, el pedagogo de apoyo realiza una evaluación para detectar cuáles son las posibles causas de dichas dificultades y busca los ejercicios que le ayuden a superarlas. La puesta en práctica del plan de trabajo suele ser individual, aunque muchos de los ejercicios pueden ser realizados colectivamente con el tutor en el aula, ya que son beneficiosos para todos los niños.
Un maestro de apoyo Waldorf puede organizar sesiones individuales semanales de 20-30 minutos cada una, con ejercicios de orientación espacial, geografía corporal, estiramiento y elevación, ritmo y respiración, habla, dibujo de formas y algo de trabajo académico. Es aconsejable terminar cada clase con un pequeño ejercicio de pintura, con el objeto de que el niño pueda expresar las fuerzas que han sido activadas en él a través del movimiento.
Cada semana se reunirán los maestros y el tutor realizará una breve biografía de cada uno de sus alumnos. El médico escolar describirá la constitución y el resto de maestros podrán añadir comentarios.
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