Este modelo pedagógico surge por los ideales neomarxistas donde encontramos intelectuales como Fromm o Horkheimer. Podríamos definirlo brevemente como la formación de alumnos que reflexionan sobre su propio aprendizaje y sobre el contexto socio-cultural en el que transcurren sus vidas, no solo para conocerlos y cuestionarlos fundadamente, sino para concretarlos en acciones, que cambien la realidad de un modo positivo, modificando la relación de dominio de unos actores sociales sobre otros, por un vínculo colaborativo. Un claro ejemplo de esta tipología es Paulo Freire, del cual ya hemos hablado en entradas anteriores. Brevemente comentar que este pedagogo brasileño propone la liberación de los oprimidos a través de una pedagogía crítica. El estudiante debe despertar de su letargo, guiado por el maestro, para hacer aportaciones que lo beneficien a él y a la sociedad en sí, siendo de esta forma un agente activo e implicado en la realidad que le toca vivir.
Los discentes deben involucrarse críticamente en los problemas que afectan a la sociedad para buscar soluciones y no aceptar pasivamente las propuestas de otros, que se las ofrecen en modelos ya construidos, que sirven para reproducir generacionalmente las posiciones de poder.
El profesor no está en un plano superior al alumno, es simplemente el instrumento que sirve para encauzar los razonamientos de sus estudiantes, estimulándolos a crear caminos nuevos o alternativos y ayudándolos a que se basen en sólidas argumentaciones.
Todo esto responde a la necesidad y vocación natural del ser humano de ser más. Por eso nos encontramos en educación constante o permanente, somos conscientes de nuestra finitud y de ser un ser incompleto. Nos encaminamos a una incesante búsqueda de saber, conocer y explorar del mundo. Pero no se trata únicamente de aprender sino de enseñar y dejar un legado que asegure una especie de inmortalidad de los trazos humanos. Para crear ese legado y responder a la vocación de ser más, nace la escuela como principal formadora, la cual, sin embargo, se desvía de su fin último al centrarse, como lo afirma Giroux, en la socialización de los alumnos para ser aceptados en la sociedad, y no en su formación como seres humanos capaces de tomar sus propias decisiones.
De la escuela como institución educativa se desprende la educación popular, destinada a los adultos. Esta educación debe ir estrechamente ligada a las realidades sociales, tanto urbanas como rurales, y así conducir a la concientización de los alumnos al ayudarles a enriquecer su saber empírico previo con uno más crítico y menos ingenuo, uno que les permita enfrentarse a explicaciones deterministas y fatalistas del mundo para cuestionarse sobre ellas. De este modo, la pedagogía debe ser formadora de personas responsables social y políticamente; se trata de estar en un constante análisis del contexto, comprensión y solución de problemas en aras de evitar posiciones quietistas, esto pensando en que la crítica y la acción son los rasgos fundamentales de la mentalidad democrática.
Es decir, la educación para la clases sociales de nivel socio-económico medio-bajo o bajo (clase oprimida) forma individuos con mentalidad básica y precaria, mientras que la educación para la clases altas o elitistas (clase opresora) apunta hacia la toma del poder y a una mayor productividad. La expresión de la democracia es nula en este ámbito siendo la educación generalmente un beneficio de pocos, es por eso que la educación debe ser equitativa y democrática en la cual todos tengan acceso a una buena formación académica que facilite el verdadero cambio social que sólo puede darse a través de la concientización de las masas sobre su realidad. Los educadores deben mostrarle a la comunidad oprimida su realidad cultural frente a la comunidad opresora para que los primeros sean conscientes de que están creciendo en una sociedad que los obliga a vivir pasivamente dentro de estructuras alienantes sin tener derecho a una participación con miras a la formación de una realidad mucho más alentadora. La pedagogía, entonces, conforma un factor esencial para fortalecer e incrementar el pensamiento emancipador en los estudiantes.
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