martes, 20 de octubre de 2020

Técnicas de creatividad para aplicar en el aula

Brainstorming Consiste sencillamente en una reunión de personas que proponen soluciones a un problema o que sencillamente dan ideas acerca de algo conforme se les van ocurriendo. El hecho de que se realice en grupo permite que una idea formulada por una persona sirva como detonante para la generación de una idea relacionada en la mente de otra persona, y así sucesivamente. Esta construcción grupal de ideas es la que convierte al brainstorming en una técnica de creatividad tan utilizada en grupos de trabajo. Es cierto que el pensamiento colectivo puede generar ideas ricas y productivas, pero también hay personas cuyo pensamiento creativo funciona mejor en soledad, aislados de los grupos de gente. Por tanto, una solución podría ser realizar el brainstorming en dos etapas: En la primera etapa, los miembros del grupo analizan y piensan en el problema de forma individual. En la segunda etapa, los miembros del grupo se reúnen para proponer lo que a cada uno se le ha ocurrido y para formular ideas nuevas que surjan en su mente a raíz de las proporcionadas por sus compañeros. O incluso se podría establecer una tercera etapa en la que, tras la puesta en común, se volviese a trabajar de forma individual sobre lo surgido en la reunión, antes de la presentación de las soluciones finales.

El Método Walt Disney diferencia tres caras del pensamiento humano, cada una de ellas con sus características propias: La cara soñadora. Es aquella que eleva el pensamiento creativo a su máximo exponente. Esta cara todo lo puede imaginar y cree que todo es posible. La cara realista. Es aquella que tiene los pies en la tierra y que frena el optimismo extremo de la cara soñadora. Es capaz de evaluar información del entorno y centrarse en el “cómo”, es decir, “¿cómo puede convertirse en realidad lo que ha ideado la cara soñadora?”. En caso de no encontrar una respuesta, supondría una señal de que la idea propuesta por la cara soñadora no es realista ni, por lo tanto, factible. La cara crítica. Es aquella que se centra en todo lo negativo, en lo malo que puede pasar si, tras haber pasado la criba de la cara realista, una idea decide llevarse a la práctica. Esta cara se centra en los riesgos y simula mentalmente un futuro en el que esa idea se ha puesto en marcha. Se pregunta sobre todo “¿qué puede salir mal?” y “¿merece la pena asumir este riesgo?”.

Los seis sombreros para pensar si bien el método Walt Disney nos mostraba tres caras del pensamiento humano, la técnica de los seis sombreros para pensar del experto en creatividad Edward de Bono (autor maltés del cual tenemos un artículo escrito especialmente sobre él), nos muestra seis. La base de esta técnica consiste en crear grupos de seis personas en los que cada uno se ponga en la cabeza un sombrero de un color determinado. En concreto, los seis colores serán azul, blanco, amarillo, negro, rojo y verde. Cada color tiene un rol y cada persona deberá adoptar ese rol. Sombrero azul. Tiene el rol de moderador. Sombrero blanco. Proporciona datos objetivos, sin entrar en ningún tipo de juicio, interpretación u opinión. Sombrero amarillo. Da un punto de vista optimista, positivo, siempre destacando lo bueno de las situaciones surgidas durante el debate. Sombrero negro. Proporciona un punto de vista pesimista, negativo, siempre destacando lo malo de las situaciones surgidas durante el debate. Sombrero rojo. Se centra en las emociones que le hace sentir la situación en un momento determinado. Cada vez que interviene, expresa únicamente cómo se siente, sin necesidad de explicarlo ni de justificarlo. Sombrero verde. Tiene el rol creativo y se centra en dar ideas, sin importar lo realizables o irrealizables que sean.

La caja morfológica consiste en crear una tabla con el número de columnas que nosotros deseemos. Cada columna debe representar un atributo, característica o parte de un todo mayor. Por ejemplo, si quisiéramos utilizar la caja morfológica para crear dinámicas y actividades que combinasen partes de distintas materias escolares, podríamos asignar cada columna a una materia. El número de filas que colocaremos debajo de cada materia también lo elegiremos nosotros, un campo de estudio propio de la materia que se encuentra en la misma columna. Nos quedará algo así:


Matemáticas

Lengua

Inglés

Ciencias Sociales

Geometría

Ortografía

Vocabulary

Historia

Aritmética

Léxico

Listening

Economía

Álgebra

Sintaxis

Pronunciation

Geografía

Una vez cubierta la tabla, el siguiente paso consiste en crear combinaciones aleatorias (o no) entre las distintas columnas. Es decir, elegir de forma aleatoria (o no) una celda de la primera columna, una celda de la segunda columna… y así sucesivamente. De esta forma, obtendremos un listado de varios tipos de conocimiento que se tratan en el aula en materias distintas. Con estos tipos de conocimiento, la pregunta que debemos formularnos es: ¿cómo se conectan entre sí? A muchos alumnos les cuesta seguir el ritmo de las clases porque sus cerebros sienten que tienen que procesar muchos grupos de información aislada, sin conexión entre sí, y eso requiere mucho gasto de energía, con lo cual deciden no prestar atención y no mostrar interés. Para facilitarles esta tarea a los cerebros de nuestros alumnos, darles ejemplos de conexión entre diferentes materias es una excelente solución. Ejemplo:

La geometría es la parte de las matemáticas que estudia los puntos, las líneas, las figuras y sus relaciones. Conocer estas relaciones en dos dimensiones es muy importante como base para poder realizar manualidades en tres dimensiones. Además, al estudiar geometría encontraremos muchas palabras nuevas que nos ayudarán a ampliar nuestro léxico. Por otra parte, tras construir nuestras manualidades podremos venderlas si tenemos claros ciertos conceptos de economía, para lo cual necesitaremos a su vez más léxico relacionado con ella. Si, además, debemos venderlas a una empresa extranjera, probablemente tendremos que intercambiar e-mails con ella en inglés, con lo que el writing se vuelve esencial.

De esta forma, estamos haciendo ver a nuestros alumnos no solo que puede haber muchas conexiones entre los distintos conocimientos que están adquiriendo en el aula, sino que también estamos destacando su utilidad práctica en la vida real. Lo importante es que la técnica cumpla su objetivo, en este caso educativo: enseñar a nuestros alumnos a conectar entre sí los conocimientos que adquieren en el aula para que perduren más tiempo en su memoria, así como aprender a encontrarles una utilidad práctica en la vida real y según los gustos de cada uno.

La inversión Consiste, como su propio nombre indica, en invertir algo, en darle la vuelta, en decir lo contrario para así poder generar una idea nueva y valiosa. ¿Cómo podemos conectar esta técnica de la inversión con la educación en el aula? Invertimos el enunciado “el profesor imparte la lección y el alumno la escucha” y obtenemos “el alumno imparte la lección y el profesor la escucha”. Provocar que los alumnos participen de forma activa en la construcción de la lección les ayuda a utilizar un pensamiento mucho más activo que les permitirá aprender y recordar más y mejor. Invertimos el enunciado “en los exámenes nos dan preguntas para las que debemos encontrar una respuesta” y obtenemos “en los exámenes nos dan respuestas para las que debemos encontrar una pregunta”. Siempre y cuando las respuestas sean cortas, puede exigir un mayor esfuerzo intelectual para el alumno encontrar una pregunta que se adecúe a ella y, por lo tanto, un mayor aprendizaje.

Un ejemplo muy claro de esto lo obtenemos en las Mátemáticas: si queremos comprobar que nuestros alumnos han comprendido correctamente el concepto de división, es mucho más eficaz que les proporcionemos un número para que ellos encuentren un problema que se resuelva con una división y que dé ese número como resultado. Los profesores que diseñan sus propios exámenes y que no extraen las preguntas del libro de texto o de internet saben perfectamente el esfuerzo intelectual que supone diseñar un problema de matemáticas en el que queremos obtener un resultado concreto y el nivel de comprensión de la materia necesario para ello.

SCAMPER proviene de: S de Sustituir, C de Combinar, A de Adaptar, M de Magnificar, P de Poner otros usos, E de Eliminar y R de Reordenar. Es muy parecido a lo que vimos con la técnica de la inversión: si dicha técnica nos permitía enfocar el problema de otra manera a través del verbo Invertir, la técnica SCAMPER nos proporciona sencillamente una colección de otros siete verbos cuyas acciones son muy utilizadas en los procesos de pensamiento creativo.

Sustituir las mesas por el suelo. ¿Qué podemos conseguir con esta sustitución? Trabajar de forma mucho más sencilla con formatos de papel grande como el A2 o el A1, por ejemplo.

Combinar dos materias en una.

Adaptar los asientos para los alumnos inquietos. A día de hoy existen asientos creados específicamente para este tipo de personas y que se pueden trasladar al aula.

Magnificar, siempre que exageramos, en nuestro cerebro se crea una imagen cómica. Si el profesor explica a sus alumnos que Quevedo tenía un bigote tan largo que podía fregar el suelo con él, además de alcanzar todos los beneficios del humor, conseguirá crear una imagen de Quevedo en la mente de sus alumnos que más adelante podrá relacionar con otras cuestiones asociadas a él.

Poner otros usos a un lápiz. Podemos utilizarlo para rascar el grafito y explicarles a nuestros alumnos cuestiones relacionadas con este mineral.

Eliminar los exámenes. Si los alumnos consiguen cumplir unos objetivos determinados como grupo, el profesor puede prometerles una calificación basada en otros trabajos en lugar de en exámenes. Esto, además, les ayudará a desarrollar el trabajo en equipo.

Reordenar el mobiliario del aula. El cerebro humano, cuando se encuentra en un ambiente conocido y familiar, tiene más facilidad para entrar en lo que se conoce como “modo piloto automático”, en el que deja de trabajar y realizar esfuerzos intelectuales conscientes. Si les proporcionamos cambios a nuestros alumnos, por ejemplo, de mobiliario, sus cerebros estarán menos predispuestos a entrar en ese “modo piloto automático”, lo que repercutirá positivamente en su atención. Cuanto mayor sea el cambio, mayor será el esfuerzo intelectual consciente al que tenderá el cerebro.

Phillips 66 se realiza con grupos de 6 personas durante 6 minutos, podríamos equipararla con un brainstorming ágil y cronometrado. Es una buena herramienta cuando queremos activar el cerebro de nuestros alumnos. Les podemos proponer un problema determinado, organizarlos en grupos de 6 personas y darles 6 minutos para encontrar la solución a ese problema. En Phillips 66 serán los propios alumnos quienes deberán organizar en 6 minutos su grupo para encontrar una solución contrarreloj. En este tipo de entornos, los profesores pueden actuar como observadores y detectar ciertas fortalezas.

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