domingo, 19 de diciembre de 2021

Los cuatro planos del desarrollo, teoría de la pedagogía Montessori

Los 4 planos del desarrollo, es una de las teorías más interesantes de la filosofía de Montessori. Para ella, la etapa más importante en la educación del niño se sitúa entre los 0-6 años, más concretamente, en los primeros 3 años. Su paradigma muestra una serie de 4 periodos interrelacionados llamado el ritmo constructivo de la vida. Cada periodo representa una etapa de seis años de desarrollo.

Según Montessori, el desarrollo humano no se produce de manera lineal, sino que tiene lugar en una serie de fases con altibajos que marcan el ritmo constitutivo del ser humano. Durante los 3 primeros años de cada etapa se produce un aumento progresivo de las sensibilidades que decrecerán, posteriormente, para dar lugar a una nueva fase de desarrollo.

La primera infancia y la adolescencia son los periodos de creación, donde se producen más cambios, y la segunda infancia y la madurez son los periodos de desarrollo, que gozan de mayor estabilidad ya que se integran las habilidades de la etapa anterior.

En la educación convencional, el aprendizaje se produce por causalidad: causa (maestro) y efecto (alumno). En cambio, si se respetan estas etapas de desarrollo, el aprendizaje se produce como finalidad establecida por la propia naturaleza del ser humano.

Infancia (0-6 años). El niño se está construyendo a sí mismo a partir de experiencias. Necesidad de orden en el ambiente. Exploración del entorno mediante uso de las manos y de las palabras conduce al desarrollo del lenguaje. Movimiento. Fascinación por objetos minúsculos y detallados. Interés en los aspectos sociales de la vida.

Niñez (6-12 años). El niño ha construido herramientas para explorar el mundo y en esta etapa quiere salir del aula. Exploración de la cultura. La imaginación. La moral. Las relaciones sociales.

Adolescencia (12-18 años). El adolescente se construye a sí mismo como ser social: en relación con los adultos, con los compañeros y con la sociedad. Esta importante labor social hace que disponga de menos atención hacia el trabajo académico, especialmente para las tareas que no tienen conexiones obvias con el mundo real. Interés por los exploradores, los humanistas y por la justicia. Necesidad de trabajo en el mundo real.

Madurez (18-24 años). El joven adulto, habiendo hecho la necesaria reconstrucción social, ahora ya puede dar pleno uso a los recursos educativos de los que dispone. Auto-motivación para el aprendizaje. Es capaz de aplicar el conocimiento a problemas del mundo real. Es notable el desarrollo moral y espiritual.

Recogido de: Figols, Cuevas. M. (2017). La arquitectura al servicio de la pedagogía. Barcelona: Editorial Pau de Damasc.

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