El profesor es la figura educativa
responsable de la educación en el aula. Las competencias que podemos
reconocer en el maestro-coach son:
El profesor-coach se gana la
autoridad y el respeto a través del conocimiento, pero sobre todo de
la actitud mostrada frente a los alumnos; La mayor parte del tiempo
intenta coordinar la clase, imparte y tutoriza. Él posee el
conocimiento pero el resto también. Es emisor, pero la mayor parte
del tiempo escucha, es receptor; Plantea el aprendizaje, además de
desde la trasmisión desde la reflexión y la autonomía del
alumnado; Trabaja el presente para visionar el futuro. El
protagonista principal del proceso es el alumno, ya que es la parte
activa, quién necesita cambiar, es un recurso más para facilitar el
aprendizaje; Desde el punto de vista de la evaluación continua o
formativa. La evaluación como medio para aprender. No solo se centra
en el saber y saber hacer, sino también en el saber ser, estar o
querer hacer. (Actitudes).
Algunas de las características que
debemos poseer como docente-coach, además de tener claras nuestras
competencias, son la paciencia, imparcialidad, objetividad,
percibirnos a nosotros mismos como un apoyo, interés en el mundo del
otro, escucha activa, atención plena y consciencia de uno mismo, de
las actitudes mostradas, de los pensamientos generados, de nuestras
limitaciones y fortalezas.
El enfoque del docente en la
educación aplicando competencias como coach, pretende lograr que los
alumnos sean responsables del aprendizaje, establezcan sus propias
metas y las capacidades para lograrlas, fomentando siempre la
responsabilidad, autonomía, autogestión, poder, escucha activa y
desarrollo de creatividad.
El pensamiento, el lenguaje y la
acción son fundamentales en el proceso de coaching y determinan el
ser y hacer. Los tres pilares del coaching son los objetivos, las
creencias y los valores.
Las creencias son generalizaciones
que hacemos acerca de nosotros mismos y en la realidad que nos
circunda, que aceptamos como verdaderas y acaban gobernando nuestra
forma de actuar y de entender el mundo.
Los valores son los principios
fundamentales de la vida de las personas y están presentes en lo que
la persona quiere.
El coaching educativo, entonces,
tiene como objetivo mejorar y optimizar el desarrollo personal y
profesional de los individuos involucrados en el proceso de
aprendizaje. El docente puede ser más un facilitador que un experto,
como en el modelo tradicional. La tutoría tradicional, puede
aplicarse bajo el enfoque de coaching tomando el tutor el papel de
coach.
Algunas de las funciones que
desempeñamos como maestros-tutores en la eduación son: desarrollar
las actividades previstas en el plan de orientación y de acción
tutorial; coordinar el proceso de evaluación del alumnado; orientar
y asesorar al alumnado sobre sus posibilidades académicas y
profesionales; facilitar la integración de los alumnos y alumnas en
el grupo y fomentar su participación en las actividades; ayudar a
resolver las demandas e inquietudes del alumnado y mediar, ante el
resto del profesorado y el equipo educativo, y; coordinar las
actividades complementarias de los alumnos y alumnas del grupo en el
marco de lo establecido por el departamento de actividades
extraescolares y complementarias.
Todas estas funciones, pueden
desempeñarse desde un punto de vista más directivo o desde un punto
de vista más de acompañante, en este último estilo de desempeño,
es donde más espacio tiene las herramientas de coaching. Los alumnos
son los responsables del proceso de aprendizaje. El alumno es el
protagonista principal de la historia, es el responsable de sus
decisiones y el docente anima, escucha y lo motiva a la acción para
alcanzar sus objetivos.
El maestro, debe intentar vincular
aprendizaje con acción, se habla de acciones efectivas, para llevar
a la práctica lo aprendido y no quede en mero conocimiento. El
alumno debe experimentar lo aprendido. El docente debe ayudar al
alumno a definir sus objetivos académicos, sus recursos, a diseñar
su futuro, a cambiar las creencias que no le permiten el logro de sus
objetivos.
Debe acompañarlo en el recorrido
del camino desde donde está hasta donde quiere estar, proporcionando
herramientas para transitar ese camino y optimizar sus rendimientos
en todas las áreas. Ambos, deben trabajar en un clima de motivación
para que el grupo se sienta seguro en el proceso, deben animarse en
el proceso de cambio. Los objetivos deben ser fácilmente alcanzables
y medibles. Al hacer el seguimiento del proceso debe haber un espacio
de reflexión para que cada uno valore sus propios recursos y las
áreas de mejora.
La formación de un buen
profesional no solamente consiste en los conocimientos adquiridos
durante el pase por la institución educativa sino también en la
contribución en su formación como ser humano.