miércoles, 10 de junio de 2020

La Madrasa, de España a India, historia y orígenes

Es el nombre que se da en la cultura árabe a cualquier tipo de escuela, sea religiosa o secular. El uso específico en Occidente refiere por lo general a una escuela religiosa islámica. Se utilizan a veces otras expresiones como medersa o madraza. 

En las primeras épocas del Islam no existían las madrasas. Su origen puede rastrearse en la antigua costumbre de encontrarse en las mezquitas para discusiones sobre religión. En aquel tiempo, los creyentes tendían a buscar el consejo y la enseñanza de personas más preparadas, y estos maestros informales comenzaron a ser llamados jeques, iniciando las clases regulares de religión bajo el título de "majalis". 

A finales del período abasí el visir Nizam al-Mulk fundó la primera academia superior conocida históricamente como Nizamiyya en su honor, sobre la base de las clases informales de los jeques. Al-Mulk, creó un sistema de madrasas públicas en varias ciudades.

Durante la era del Califato Fatimí, las dinastías mamelucas​ y sus sucesores en el oriente medio medieval, la elite gobernante fundó madrasas a través de una normativa de donación benéfica conocida como waqf. La madrasa era no solo un símbolo de estatus sino una forma efectiva de transmitir la riqueza a los descendientes. Durante el periodo mameluco, cuando solo podían llegar al poder los libertos, los hijos de los mamelucos gobernantes eran incapaces de heredar, pero los cargos garantizados dentro de las nuevas madrasas les permitían mantener su estatus. A esta época corresponde por ejemplo la madrasa del Sultán Hassan en El Cairo.

Por todo el mundo islámico se fundaron madrasas. Adquirieron fama las setenta y cinco de El Cairo, especialmente la al-Azhar (siglo X) y la Nizamiyya. En Damasco llegó a haber cincuenta y una; y en Alepo cuarenta y cuatro (fundadas entre 1155 y 1260). En la España musulmana se fundaron muchas durante el Califato de Córdoba, tanto la de la propia Córdoba (que hacia el año 1000, en tiempos de Hisham II, era de las más prestigiosas), como en otras ciudades, que siguieron desarrollaron posteriormente, en la época de las taifas (Sevilla, Toledo, Murcia, Almería, Valencia, Cádiz y la Madrasa de Granada fundada por Yusuf I en 1349).

Ibn Sina defendía la educación primaria de los niños en este tipo de instituciones desde los 6 años hasta los 14 años. Durante ese tiempo, se les debía enseñar el Corán, la metafísica islámica, el árabe, la literatura, la ética islámica y las habilidades manuales (que podrían referirse a una variedad de habilidades prácticas). En lo referente a la etapa de educación secundaria, la educación en la Madrasa era como un período de especialización en el que los alumnos debían comenzar a adquirir habilidades manuales, independientemente de su estatus social. Escribe que a los niños después de los 14 años se les debe permitir elegir y especializarse en temas que tengan interés, ya sea lectura, habilidades manuales, literatura, predicación, medicina, geometría, comercio, artesanía, o cualquier otra materia o profesión que les interese seguir para una futura carrera. Escribió que se trataba de una etapa de transición y que debe haber flexibilidad con respecto a la edad en la que los alumnos se gradúan, ya que el desarrollo emocional del estudiante y las asignaturas elegidas deben tenerse en cuenta. 

Durante su período formativo, en lo que actualmente se conoce como bachillerato, el currículo inicialmente incluía sólo las "ciencias religiosas", mientras que la filosofía y las ciencias seculares eran a menudo excluidas.  El plan de estudios poco a poco comenzó a diversificarse, con muchos madaris posteriores enseñando tanto las ciencias religiosas como las "seculares", como la lógica, las matemáticas y la filosofía. Algunos madaris extendieron aún más su currículo a la historia, la política, la ética, la música, la metafísica, la medicina, la astronomía y la química. El currículo de una madrasa era generalmente establecido por su fundador, pero en general enseñaba tanto las ciencias religiosas como las ciencias físicas.

Las madrasas recuerdan en algunos aspectos a los internados escolares, donde los alumnos toman clases permanentes y viven en dormitorios. Una de sus importantes funciones es admitir huérfanos y niños pobres a fin de proporcionarles educación. En varios países islámicos admiten mujeres, si bien suelen estudiar en forma separada. Existen varios casos de madrasas femeninas. En Sudáfrica las madrasas desempeñan un papel importante ya que brindan instrucción religiosa a los niños musulmanes que asisten a escuelas públicas o privadas seculares. Sin embargo, un número creciente de niños asisten a escuelas islámicas privadas que combinan la enseñanza religiosa y secular. Entre los musulmanes de origen indio, las madrasas brindan además educación en urdu, si bien todavía es poco usual.

En India funcionan alrededor de 30.000 madrasas activas. Se asume que la mayoría de estas instituciones sigue a la escuela de pensamiento Deobandi (movimiento revivalista islámico sunni). Una de las más famosas es Dar al-'Ulum , ubicada en Deoband, una pequeña ciudad del estado de Uttar Pradesh. En 1986 el gobierno indio difundió un proyecto para modernizar las madrasas introduciendo otras materias como ciencia, matemáticas, inglés e hindi.​ En todos los casos la educación se brinda en forma gratuita, y como consecuencia de ello, tiene lugar una inscripción multitudinaria de alumnos, que incluye a muchos de religión hindú o cristiana.

Antes del siglo XII, las mujeres representaban menos del uno por ciento de los eruditos islámicos del mundo. Sin embargo, se han encontrado evidencia de más de 8.000 mujeres académicas desde el siglo XV.  Al-Sakhawi dedica todo un volumen de su diccionario biográfico a las mujeres académicas, dando información sobre 1.075 de ellas. Más recientemente, el erudito Mohammad Akram Nadwi, actualmente investigador del Centro de Estudios Islámicos de Oxford, ha escrito 40 volúmenes sobre la mu-addithét (las mujeres estudiosas del hadiz), y encontró al menos 8.000.

Desde alrededor de 750, durante el califato abasí, las mujeres "se hicieron famosas por su cerebro, así como por su belleza". En particular, muchas mujeres conocidas de la época fueron entrenadas desde la infancia en música, baile y poesía. Las mujeres desempeñaron un papel importante en las fundaciones de muchas instituciones educativas islámicas, como la fundación de Fátima al-Fihri de la Universidad de Al Karaouine en 859. Esto continuó hasta la dinastía Ayyubid en los siglos XII y XIII, cuando se establecieron 160 mezquitas y madaris en Damasco, 26 de las cuales fueron financiadas por mujeres a través del sistema Waqf (fideicomiso de caridad). La mitad de todos los mecenas reales de estas instituciones también eran mujeres. Los ejemplos más destacables de mujeres eruditas fueron Mahbuba, Tawaddud o Shuhda.

Según el erudito sunita Ibn Asakir en el siglo XII, había oportunidades para la educación femenina en el mundo islámico medieval, escribiendo que las mujeres podían estudiar, obtener ijazahs (títulos académicos) y calificar como académicas y maestras. Este fue especialmente el caso de las familias aprendidas y académicas, que querían asegurar la educación más alta posible tanto para sus hijos como para sus hijas. Ibn Asakir había estudiado con 80 maestras diferentes en su tiempo. La educación femenina en el mundo islámico se inspiró en las esposas de Mahoma, como Jadijah, una empresaria exitosa, y 'A'isha, una líder fuerte e intérprete de las acciones del Profeta. Aunque no era común que las mujeres se inscribieran como estudiantes en clases formales, era común que las mujeres asistieran a conferencias informales y sesiones de estudio en mezquitas, madaris y otros lugares públicos. Si bien no había restricciones legales a la educación femenina, algunos hombres no aprobaron esta práctica.

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