Reconocida como una gran educadora y pedagoga hizo de la enseñanza una pasión personal y un compromiso social. Contribuyó a la mejora de la educación pública incorporando nuevas propuestas pedagógicas europeas.
Estudió magisterio en Barcelona y en la Escuela Central de magisterio de Madrid, su primer destino tras terminar sus estudios fue una escuela en Masnou y más tarde en Girona, a las que siguieron otros destinos hasta establecerse de forma permanente en Barcelona.
Por su inquietud por saber y aprender se vínculo a la ILE y siguió formándose en el Instituto Rousseau de Ginebra para profundizar en nuevas propuestas pedagógicas. Con este contacto con Giner de los Ríos y la ILE, la Junta de Ampliación de Estudios subvención sus viajes a Bélgica, Suiza y Alemania.
Sin embargo, con el franquismo y la depuración de maestros hicieron que fuera apartada de su trabajo por su cercana ideología al progresismo y a la catalanidad. Por este motivo se vio obligada a una jubilación forzosa en 1939 por no aceptar continuar en una escuela dirigida por el nuevo régimen.
Rosa Sensat tenía una mente despierta, dirigida en concreto a conseguir aquellos cambios necesarios para el nacimiento de nuevas estructuras, que permitieran sustituir a las ya obsoletas de su época. Supo captar la necesidad de realizar transformaciones, acordes al nuevo pensamiento que se abría paso de forma imparable.
En sus propias palabras "la sociedad se transforma y a medida que surgen nuevos ideales de vida, la escuela ha de modificar sus tendencias para adaptarse a las necesidades del presente y a las que se dibujan en los horizontes del porvenir".
Durante su labor como profesora, escribe un diario donde describe iniciativas totalmente innovadoras para la época, como: las excursiones con las alumnas o limitar el tiempo de labores de costura, para dedicarlo al estudio de la naturaleza y hacer prácticas experimentales.
Sus principios educativos están centrados en "hacer personas" formadolas física, social, moral y estéticamente. Sus métodos pueden vincularse a una pedagogía constructiva basando el proceso educativo en el descubrimiento por parte de los alumnos y sus conocimientos mediante el contacto de la naturaleza.
Criticaba la escuela tradicional basada en la memoria, creía que exponer a los jóvenes tan pronto a estos métodos acababan con su creatividad, iniciativa y personalidad. Promovía eliminar la antigua disciplina, proponiendo que los niños crearán sus propias reglas como medio de aprendizaje de que los actos tienen consecuencias.
El maestro ideal para Sensat debía enseñar valores de libertad, adaptarse a las necesidades de sus alumnos, reflexionar sobre el uso de técnicas y preparación de clases y flexible a la improvisación.
Una de las máximas de su pensamiento era en relación a la cultura la cual era considerada por ella como el mayor patrimonio que hay que conservar.
Sus reglas para el correcto funcionamiento de una escuela pasan por: el respeto de derechos y personalidades de los alumnos, el niño ha de ser el centro del proceso educativo, la naturaleza es un factor esencial del aprendizaje, un buen estado físico y de salud, contacto con otros seres vivos, la limitación de horas que el niño se ve obligado a pasar en el colegio, disciplina familiar y preocupación en todo momento por el niño.
Los alumnos debían formarse en las siguientes áreas: religión, moral, derecho, civismo, lengua, matemáticas, geografía, historia, ciencias naturales, física y química.
El método de trabajo ponía al niño en primer plano, por lo que le dejaba interactuar, enseñándole a observar y experimentar, proporcionándole materiales, mostrándole la relación entre las actividades que realiza y su vida. Además hay que estimular su curiosidad, interés y colaboración.
Rosa Sensat fue una gran divulgadora de los principios de una enseñanza de carácter científico para las niñas, cuya educación en esa época se centraba en prepararlas para ser buenas amas de casa.
Compaginó sus clases con cursos y conferencias además de participar en Congresos, asesoramiento a diversas instituciones y escribiendo artículos y libros, pero sobre todo es en su metodología, en su forma de enseñar, donde introdujo la mayor innovación.
Uno de sus principales deseos era crear un ambiente escolar similar al de un cálido hogar, favoreciendo así el crecimiento personal de las niñas, y elevar un sentimiento de dignidad en ellas.
En 1914 es nombrada directora de la primera escuela municipal pública al aire libre del país, la escuela bosque fue ideada al modo de la creada en 1904 por Baginsky.
Afín a las ideas de la escuela nueva, puso en práctica nuevos conceptos en Pedagogía en un contexto idóneo y con amplia libertad.
En 1921 recibió el encargo de diseñar un plan de estudios del instituto de cultura y biblioteca popular de la mujer y estableció un programa bastante amplio para las mujeres obreras y de clase media.
Para Sensat el problema de la situación de la mujer es un problema de educación y así lo expuso en 1916 en una conferencia sobre educación femenina. A través de la educación escolar, hay que forjar una nueva mujer comprometida social y políticamente.
Tras su muerte en 1961 en su honor se formó una nueva Institución que lleva su nombre, Escuela de maestros Rosa Sensat, constituida por personas que no desean que su manera de entender la nueva escuela se pierda. Pero sobre todo, formar a los futuros docentes en unos estudios que combinen teoría y práctica con psicología centrada en el niño y una Pedagogía basada en el respeto, unida a una sociología que permita comprender, adaptar e intervenir en la realidad de un país. Una realidad concreta para dotar a las futuras generaciones de herramientas para seguir aprendiendo.
Su legado es una Pedagogía activa, viva, participativa, que pone en el centro la propia experiencia de descubrimiento de quién realiza el proceso de aprendizaje, desde una escuela laica, abierta y co-educativa.
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