viernes, 7 de junio de 2019

El dibujo vehículo de comunicación

Esto puede parecer un garabato, pero es una obra de ingeniería de una de mis alumnas rusas de 6 años para explicar dónde estaba su mamá y lo que estaba haciendo, y es que a veces no hace falta la comunicación verbal para entenderse, a veces desconfiamos de lo que son capaces de mostrar los niños.

Como vengo haciendo desde hace un tiempo, quiero abrir un espacio para la reflexión, la situación de esta alumna es bastante complicada ya que ha llegado a Malta desconociendo la lengua inglesa y aunque su madre este aquí, nuestra joven vive en la residencia de estudiantes y su primera semana está siendo bastante difícil de encajar y entender ya que nadie de nosotras sabe ruso y no podemos comunicarnos con ella de una forma adecuada y de calidad hasta este fin de semana que ha llegado una de nuestras mejores monitoras que entre los múltiples idiomas que maneja esta el ruso.

Uno de los días de esta semana me ofrecí a estar con ella hasta que la monitora-cuidadora llegara a recogerla, en ese tiempo la deje fluir intenté adaptarme a ella, a seguirla en lo que quería hacer y gracias a eso, a escucharla, a intentar leer su comportamiento me llevo por un camino que fue un tesoro para mi, todo el mundo me decía que no quería nunca hacer nada, y en ese momento consolidé mi idea de no forzarles a hacer cosas que en un momento no les apetece, empecé ofreciendola pintar ella no quería,, la dejé su espacio mientras yo seguía pintando y haciendo papiroflexia pero siempre echándola un ojo, creo que gracias a eso le llamó la atención aquello que yo estaba haciendo y me pidió que le enseñara a hacer aviones de papel, dibujo un gatito en su folio y luego montamos cada uno un avión y jugamos con él a lanzarnoslo.

Fuimos cambiando de juegos y cuando ya estábamos fatigados de correr, de jugar con la pelota, le ofrecí algo que siempre he hecho con mi hermano y siempre me ha funcionado con los más pequeñitos y es jugar a exploradores y a investigar sin hacer ruido lo cual le atrajo bastante la atención y la curiosidad y a cada paso estaba sorprendida y así poco a poco conseguimos que el tiempo pasara rápido y que fuera la hora de volver a casa, pero hubo un inconveniente que su mamá no estaba y ella iba a la puerta siempre a esperarla y a buscarla y por eso cogió un folio unas pinturas y me explicó lo que estaba haciendo su mamá.

De esta experiencia lo que más me llevo es la empatía, que los niños nunca me dejarán de sorprender  y tenemos que darles la oportunidad de crear de darles espacio para que resuelvan por ellos mismos la situación.




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