miércoles, 24 de diciembre de 2025

El origen del horario escolar

 Se quiere que en la escuela reine el orden y que los horarios de trabajo de los alumnos y de los profesores sean fijos y bien organizados. Se desea también que los alumnos y los profesores tengan el recreo al mismo tiempo. Así es mucho más fácil hacer reinar el orden entre los alumnos en el patio de recreo.

Para asegurar que sepan lo suficiente en cada materia, se fija el número de horas que deben pasar estudiando. El Ministerio es quien fija este número de horas por materia para todo un curso escolar, y la escuela es la encargada de repartir igualmente estas horas por semana.

Tener en cuenta las directrices del Ministerio es un verdadero rompecabezas para la dirección de la escuela. Para tranquilizar su conciencia hace un plan de trabajo. El plan de trabajo que existe en la escuela fue inventado en la Edad Media. Se podrían encontrar con seguridad muchas maneras de organizar el tiempo que los alumnos pasan en clase.

En lugar de hacer un horario para una semana se podría, por ejemplo, hacer uno para una quincena. También se podría no dividir el tiempo en horas de clase y reservar un día entero para trabajar determinado tema o determinada materia.

También es posible en algunas ocasiones prescindir completamente del sistema de clases: en lugar de amontonarse en una clase magistral, se puede trabajar en pequeños grupos, en los que se tienen muchas más posibilidades de discutir temas entre compañeros. También se pueden hacer horarios en que los alumnos no se agrupan según su edad, sino según su nivel que se ha alcanzado en la materia en cuestión.

Hay muchísimas maneras de emplear el tiempo durante un año escolar, pero, ciertamente, el viejo sistema de horarios heredado de la Edad Media es el que a la Administración le resulta más fácil seguir, porque todo el mundo lo conoce.

Hay alumnos que, para aprender a leer y a escribir correctamente no necesitan más que la mitad del tiempo que en el horario se reserva para la asignatura de lengua. Otros alumnos pueden necesitar el doble de este tiempo. Hay profesores que necesitarían dos veces el número de horas previsto en el programa para hacer aprender a los alumnos el contenido, a otros les bastaría la mitad del tiempo. Debemos desmitificar la idea de que sabemos de una asignatura por la sola y única razón de haber dedicado a aprenderla el número de horas que el Ministerio ha previsto.

También puede ocurrir que un alumno esté flojo en matemáticas, por ejemplo, y que necesite 16 horas de clase por semana, mientras que sus compañeros necesiten 8 horas. Pero el horario es sagrado y todos tienen que cumplir el mismo número de horas.


Extraído de: Colección mano y cerebro (1979). El libro rojo del cole. Editorial Nuestra cultura: Madrid.

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