martes, 30 de diciembre de 2025

La Escuela de la Libertad: Marcelino Domingo, Pablo de Andrés Cobos y el Sueño Educativo de la República.

La Segunda República Española (1931-1939) no se puede entender sin su proyecto educativo. Fue un periodo donde el libro y la pizarra se convirtieron en las herramientas principales de transformación social. En este escenario, dos figuras representan a la perfección la unión entre la acción política y la vocación docente: Marcelino Domingo, el ministro que legisló la utopía, y Pablo de Andrés Cobos, el maestro que la llevó a pie de campo.

Nacido en Tarragona, Marcelino Domingo inició su camino en la enseñanza tras obtener el título de Maestro en su ciudad natal. En 1903, comenzó a ejercer en Tortosa, pero pronto su vocación docente se fundió con una intensa actividad periodística y política. Su visión era clara: España solo progresaría si su pueblo era instruido.

Con la proclamación de la República en 1931, Domingo fue nombrado Ministro de Instrucción Pública. Su gestión durante el llamado "Bienio Reformista" fue revolucionaria. Bajo su mandato se implementaron medidas que buscaban modernizar y democratizar el acceso al saber:

  • Laicismo y Libertad: Convirtió la enseñanza religiosa en una asignatura voluntaria, rompiendo el monopolio doctrinal en las aulas.

  • Identidad y Lengua: Promovió el bilingüismo en las escuelas, reconociendo la pluralidad cultural de España.

  • Infraestructura: Impulsó un ambicioso programa de construcción de escuelas para paliar el déficit histórico de plazas escolares.

  • Las Misiones Pedagógicas: Quizás su mayor legado fue aprobar y dotar de recursos el proyecto ideado por Manuel Bartolomé Cossío. Domingo entendió que la cultura debía llegar a las aldeas más remotas, donde el analfabetismo era la norma.

Si Marcelino Domingo puso los medios, hombres como Pablo de Andrés Cobos pusieron el alma. Cobos fue mucho más que un maestro; fue un filósofo, escritor y pedagogo cuya formación estuvo profundamente marcada por la Institución Libre de Enseñanza (ILE).

La formación de Cobos es inseparable del ambiente intelectual de la Segovia de los años veinte. Siempre se mostró profundamente agradecido por haber caído a una edad temprana bajo la influencia de la pedagogía de Blas Zambrano (padre de María Zambrano). Sin embargo, fue su relación con Antonio Machado la que definió gran parte de su trayectoria biográfica y ética.

Cobos no solo fue discípulo de Machado, sino su biógrafo y un colaborador estrecho. Juntos compartían la convicción de que la cultura no debía ser un privilegio de élite, sino un bien común. Machado encontró en el joven Cobos al ejecutor ideal de sus ideales pedagógicos: el concepto de que "el saber es para todos".

Un hito fundamental en esta relación fue la creación y desarrollo de la Universidad Popular Segoviana. En este proyecto, Cobos trabajó codo con codo con Machado para ofrecer clases nocturnas y conferencias a obreros y campesinos. Fue allí donde Cobos puso en práctica la máxima machadiana: "Para educar al pueblo, hay que empezar por aprender de él".

Esta experiencia segoviana fue el laboratorio donde se ensayó la democratización del saber. Cobos aprendió a adaptar los lenguajes académicos a la realidad cotidiana de los trabajadores, una habilidad que resultaría crucial años después. Esta simbiosis fue fundamental para la puesta en marcha de las Misiones Pedagógicas, donde el espíritu lírico y humanista de Machado se transformaba en acción directa a través de la gestión de Cobos.

Su curiosidad intelectual le llevó a recorrer la geografía española y europea. En 1927 publicó Un viaje por las escuelas de España, fruto de una beca de estudios que le permitió analizar la realidad docente del país. Su formación se completó con viajes por Francia, Bélgica y Suiza entre 1929 y 1930, donde absorbió las corrientes pedagógicas más avanzadas del continente, preparándose para el reto que supondría la llegada de la República.

En 1931, el mismo año que Domingo asumía el ministerio, Cobos obtenía su plaza en el Patronato Escolar de Barcelona. No tardó en integrarse en las Misiones Pedagógicas. Junto a figuras como Alejandro Casona, recorrió pueblos olvidados llevando bibliotecas, música, teatro y reproducciones del Museo del Prado. Para Cobos, las Misiones eran la culminación práctica de las charlas compartidas con Machado y Zambrano en Segovia: un acto de justicia social.

La trayectoria de estos dos maestros se vio truncada por el cambio de rumbo político y el estallido de la Guerra Civil.

Tras el ascenso al poder de la CEDA, el apoyo institucional a las Misiones Pedagógicas se desvaneció, reflejando el temor de los sectores conservadores hacia una población alfabetizada y crítica. Cobos se vio obligado a concursar para una plaza en el Orfanato Nacional de El Pardo. Tras la victoria franquista, sufrió la implacable depuración del magisterio. Fue arrestado, encarcelado e inhabilitado de por vida.

Privado de su vocación, Cobos sobrevivió en el "exilio interior", dedicándose a la preparación de temarios para academias y colaborando en diversas revistas, manteniendo encendida la llama del pensamiento machadiano en un entorno hostil. Dedicó gran parte de su madurez a proteger y difundir la obra y la ética de su maestro Machado, asegurando que su mensaje pedagógico no se perdiera en el olvido.

La relación entre Marcelino Domingo y Pablo de Andrés Cobos es el reflejo de una generación que creyó en el poder transformador de la educación. Domingo, desde la gestión ministerial, y Cobos, desde el contacto directo con el alumno y la defensa del legado intelectual de Machado, compartieron un mismo ideal: una España donde la cultura fuera el cimiento de la libertad.

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