jueves, 1 de febrero de 2024

La filosofía educativa de John Dewey en el apredizaje-servicio

    A través de la filosofía educativa de Dewey podemos abordar un examen más detallado del aprendizaje experiencial. Dewey critica la reproducción acrítica de conocimiento y cree que los alumnos deben aprender a resolver problemas de modo competente o desarrollar una actitud de la mente que conduzca al buen juicio. La educación debe alimentar el pensamiento independiente y crítico, y la mejor manera de lograrlo, según Dewey, es a través de la experiencia. Del mismo modo que en el aprendizaje, Dewey cree que la experiencia puede ser tanto activa como pasiva. De forma similar, el aprendizaje activo implica motivación y acción, mientras que el aprendizaje pasivo requiere poco esfuerzo. Dewey explica que aprender de la experiencia implica establecer un vínculo activo entre el comportamiento y sus consecuencias. Es una actividad que está en oposición directa con el modelo tradicional de educación, en el que los alumnos son imbuidos de pasividad. Se aboga por un aprendizaje activo a través de la experiencia partiendo de la creencia de que la mayoría del aprendizaje no es resultado de la instrucción. Es más bien el resultado de la libre participación en un escenario significativo. La pasividad puede llevar al aburrimiento y a la desvinculación, que inevitablemente conduce a un pobre rendimiento educativo.
    Dewey critica este tipo de ecuación y aboga por una pedagogía más progresista, en la que el alumno tiene oportunidades para implicarse activamente en su propio aprendizaje. La participación activa concierne a la experiencia. No es la experiencia en sí misma porque debe ser educativa, y solo es educativa cuando se adquiere conocimiento significativo.
    Una de las críticas más importantes que se le hacen a la educación progresista, es que no todas las experiencias son genuinamente educativas. Dewey admite que la experiencia de hecho puede ser deseducativa, por ejemplo, si conduce a la desvalorización o a la complacencia, carece de sentido o es en cierto modo perjudicial para la sociedad. Según Dewey, la experiencia que es educativa contribuye a nuestro desarrollo continuo y refleja la interacción entre nosotros mismos y nuestro entorno. Lo amplía ulteriormente diciendo que "cada experiencia que se lleva a cabo y por la que se pasa, modifica a quien actúa y a quien la padece, al tiempo que esta modificación afecta, tanto si lo queremos como si no, la calidad de las experiencias subsiguientes". Este es un elemento central del aprendizaje-servicio, en el que la reflexión crítica en torno a las experiencias de voluntariado y la aplicación de un ciclo de aprendizaje experiencial contribuye a cimentar el comportamiento futuro de los alumnos.
    La reflexión crítica es un aspecto vital de un proceso educativo activo que Dewey describe como la "consideración activa, persistente y cuidadosa de toda creencia o supuesta forma de conocimiento a la luz de las bases que lo sostienen y las conclusiones ulteriores a las que tiende".
    La práctica reflexiva es esencial para aprender efectivamente a través de la experiencia y puede conducir a la acción fundamentada. En consecuencia, la reflexión crítica es un elemento clave del aprendizaje-servicio. La reflexión concierne al registro de acontecimientos y a los rasgos significantes de las experiencias. Implica extraer el sentido general de acontecimientos pasados y analizar cómo este puede ser resumido mediante nuestros conocimientos actuales. Finalmente, la evaluación de acontecimientos es necesaria porque permite que nuestra acción futura esté fundamentada. Dewey explica que en primer lugar, debe haber acción, seguida de reflexión, que entonces va seguida de una acción fundamentada en la reflexión hasta llegar a la reflexión-en-acción.
    Schön reitera la noción de Dewey de reflexionar-en-acción por medio de la cual hay tiempo para ir de atrás a adelante, entre la reflexión y la acción. Schön explica que esto puede suceder cuando hay un resultado inesperado de una acción que de otro modo sería rutinaria. Como respuesta, la reflexión sobre lo que ha sucedido puede tener lugar y entonces la acción ulterior se ve consecuentemente influida o conformada a su vez por esta reflexión. La reflexión-en-acción ocurre en el presente y difiere de la reflexión-sobre-la-acción, que es reflexión a distancia temporal y espacial respecto a la acción.
    Dewey aboga por una educación que nutra el crecimiento individual en tanto que un proceso continuo que se manifiesta a través del cambio social hacia una comunidad más democrática en pro del bien común. A este respecto, es evidente que el aprendizaje-servicio está fuertemente influido por el pensamiento de Dewey.
    Dewey está preocupado por la sostenibilidad de la democracia por medio de la educación. Existen tres corrientes de esto. En primer lugar, que las capacidades potenciales individuales deben ser desarrolladas en cada ciudadano y, por tanto, que el objetivo de la educación debería ser el desarrollo moral. En segundo lugar, que la educación debe alimentar el compromiso activo de los ciudadanos. Dewey cree que una buena sociedad implica la participación y la igualdad a través de asociaciones que sean mutuamente beneficiosas. En tercer lugar, la educación debería promover la sociedad humana y, como tal, él aboga por liberar la capacidad individual en un crecimiento progresivo dirigido a las metas sociales. En conjunto, esto sugiere que la educación debe tratar de desarrollar las capacidades individuales, y que al hacerlo, beneficia a la sociedad en general, cosa que encaja bien dentro de una perspectiva ideológica comunitaria, la educación para la ciudadanía y el aprendizaje-servicio.
    La experiencia basada en la comunidad puede desarrollar las capacidades individuales, pero también puede implicar a los alumnos en la ciudadanía activa, que teóricamente beneficia al individuo y a la comunidad. Esto concuerda con la creencia de Stanton de que la pedagogía en construcción del aprendizaje-servicio es clave para garantizar el desarrollo de unos titulados universitarios que en el futuro participen activa, éticamente y con un hábito de la mente fundamentado de modo crítico, en la sociedad. En conjunto, la pedagogía del aprendizaje-servicio se sitúa por tanto adecuadamente dentro de la filosofía educativa de Dewey.

Extraído de: Deeley, S. J. (2016). El aprendizaje-servicio. Teoría, práctica y perspectiva crítica. Narcea: Madrid.

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