viernes, 23 de septiembre de 2022

La escuela como entramado sociocultural

    Podemos considerar las realidades socioculturales como tramas y como espacios. Ambos modelos buscan producirle una impresión de que las instituciones humanas son campos de acción constituidos como tejidos de significados y de convenciones, y como espacios o zonas de experiencia y de práctica. Una institución escolar, por ejemplo, pone a jugar una multitud relacionada de visiones de la realidad en zonas de acción social, como los claustros, los recreos, las clases, etc. Allí hay sujetos de carne y hueso, agentes sociales, que producen y viven, comparten y negocian su vida social. La vida social es, en este sentido, un hecho práctico, no es una entelequia, puesto que cobra cuerpo en las acciones de sujetos de carne y hueso. El adjetivo sociocultural da cuenta de esta síntesis entre los aspectos ideales de la vida humana que tradicionalmente se han asociado a la noción de cultura, y sus aspectos materiales, emergentes de la actividad material de cuerpos sociales. Ambas dimensiones no pueden ser disociadas, pues si somos cuerpos, mantenemos una relación social, agrupándonos en una actividad docente por ejemplo, porque mantenemos una relación significativa. Se entiende enseguida que una sociedad es incomprensible si no contamos con los criterios significativos de asociación que la producen; del mismo modo que una cultura es incomprensible si no podemos precisar quién la produce.


Díaz de Rada Brun,  Á. (2007). Etnografía y técnicas de investigación antropológica. UNED: Madrid.

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